Día 36

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Capítulo dedicado a beba131416

Me apoyé en el marco de la puerta del baño. No podía dejar de morderme las uñas mientras veía a Jena sujetar el pequeño objeto que podría definir su futuro: una prueba de embarazo.

Estoy nerviosa, pero no tanto como ella. En todos los años que llevamos de amistad jamás la he visto así: los ojos oscuros de Jena se encuentran fijos en el pequeño objeto con horror, su cabello plateado está recogido en un moño desordenado, sus manos tiemblan y no deja de caminar de un lado otro. Tiene el rostro tan pálido que por un momento temí que se fuera a desmayar allí mismo, solo basta con decir que yo no sé nada sobre primeros auxilios.

Llegué a casa de Jena a eso de las nueve, y luego de observar juntas aquella cajita por casi media hora, le convencí para que se bebiera un litro de agua y poder tener una respuesta de una vez por todas. Sin embargo, a pesar de que su vejiga estaba a punto de explotar, Jena Perkins se rehúsa a sentarse en el inodoro.

—Deberías orinar. —le recordé.

— Ya no aguanto las ganas — admitió, dando saltitos con las piernas cerradas.

— ¡Anda ya! La Jena que conozco no se deja amedrentar por una prueba de embarazo ¡Puedes hacerlo!

— ¡No es tan fácil! — Exclamó—Estoy aterrada— vi como las lágrimas le brotaron en sus ojos oscuros. Comencé a sentirme mal por ella, no me gustaba verla tan vulnerable. Traté de buscar las palabras indicadas para darle ánimo.

—Jena, sea lo que sea que salga en esa prueba te apoyaré, si da negativo vamos a festejar y suspirar aliviadas, y si da positivo, Mason y tú harán lo que crean mejor. — hice una pausa, ella asintió. — Pero te tienes que hacer la prueba antes de sacar una conclusión.

La chica de cabello plateado asintió nuevamente antes de proceder.

Sabes que tienes el mayor nivel de confianza con tu mejor amiga, cuando te quedas con ella a darle apoyo moral mientras intenta hacerse una prueba de embarazo.

Nos quedamos en silencio mientras ella intentaba hacer sus necesidades. Pero no ocurrió nada.

— ¡No puedo hacer pis! — chilló.

—Tienes que relajarte — comenté.

— ¡¿Cómo demonios voy a relajarme?! — exclamó con desesperación. Dejé caer mis manos a los costados.

— ¡Solo intenta que salga! ¡Concéntrate! — respondí, casi tan exasperada como ella. — Iré a buscar más agua.

Salí del baño en dirección a la cocina. Busqué un vaso y lo llené de agua. Cuando estaba a punto de entrar al baño nuevamente, escuché un sonido inusual; como si algo hubiera caído al agua. Unos segundos después, los gritos de Jena se hicieron presentes. Alcé las cejas confundida.

¿Acaso ella...? Nah. Jena no es tan estúpida como para dejar caer una prueba de embarazo al inodoro.

Me equivoqué.

Resulta que mientras fui a mi recorrido por la cocina, mi mejor amiga consiguió orinar, pero estaba tan nerviosa que sus manos temblaban hasta el punto que el objeto en forma de termómetro salió disparado de su mano, cayendo en lo profundo del inodoro.

Claro que, me contó la historia al borde del colapso: gritando, maldiciendo, con las lágrimas cayendo por los ojos, y luego se echó a reír. Pasó por tantos cambios emocionales al mismo tiempo, que no pude evitar quedarme viéndola boquiabierta.

50 DíasOnde as histórias ganham vida. Descobre agora