Día 39

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Esto es una pesadilla.

Con todo lo que ha pasado en las últimas cuarenta y ocho horas, mi habilidad para dormir parece ser lo único intacto. No sé cómo logré dormir diez horas en esa incómoda camilla de hospital. Mi estadía aquí no parece acabar: debo quedarme al menos otros dos días.

Realmente quiero irme a casa.

No he parado de escribir la última hora. Las páginas de la adorable libreta amarilla que me trajo Lily comienzan a llenarse con más rapidez de la que esperaba. Se supone que es para mi trabajo terapéutico. No mentiré: plasmar mis emociones en palabras es atemorizante y un alivio a la vez. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, no puedo evitar sentirlo extraño.

Se supone que intento tener una buena actitud ante las circunstancias. Sin embargo, estoy a dos segundos de echarme a llorar.

Cerré la libreta, dejándola sobre mi regazo junto al bolígrafo. Exhalé bruscamente, llamando la atención de mi hermana menor, quien se encontraba sentada en el diminuto sofá junto a la cama. A pesar de que Lily ya no está furiosa conmigo puedo notar que sigue dolida por lo que pasó.

— ¿Podemos hablar? — pregunto. Ella deja de mirar su teléfono, y posa sus ojos en mí.

Se encoge de hombros antes de responder:

—Supongo que sí.

Me tomé un segundo para organizar mis ideas.

— Cuando Jena envió aquel mensaje con la invitación, perdí la noción del tiempo. —admití. — No podía creerlo...y ¡Pff! también estaba preocupada por ella; hace días nos enteramos que está embarazada y todo ha sido abrumador. No es una excusa; tuve que recordar que tu recital era ese mismo día. — enfaticé. — Cuando me lo recordaste, parecía la decisión más imposible; mi mejor amiga o mi hermana. Sea lo que eligiera no podía decirte la verdad.

—Los elegiste a ellos.

—Pensé que era lo correcto en ese momento. — asentí. — La verdad, al principio creí que lo de Mason y Jena iba en serio, pero luego...discutí con Adam. Él me hizo darme cuenta que eso no era más que algo desesperado por el embarazo. Aunque, estaba furiosa con él por la forma en que lo dijo, ahora solo veo que intentaba hacerme entrar en razón.

Me mordí el interior de la mejilla, al recordar la discusión que tuve con Turner.

 Nunca sabes lo que pasará, de un momento a otro todo puede cambiar. Cuando estamos enojados hacemos y decimos cosas que no pensamos; nunca sabes cuándo será la última vez que verás a alguien.

Y necesito, desesperadamente, ver a Turner.

— Tenía la esperanza de poder llegar a tu recital, aun si no quisieras verme allí. Me conformaba con verte bailar, y luego desaparecer.

Lily se echó el cabello rubio hacia un lado. Sus inmensos ojos azules fijos en los míos; no sé porque, pero siempre consigue intimidarme cuando hace eso. Tal vez porque son demasiado celestes y es como si pudiera ver el interior de mi alma. Se lo dicen todo el tiempo.

—Entiendo por qué lo hiciste. — respondió. — Creo, que tal vez hubiera hecho lo mismo. Pero aun así, no puedo evitar seguir dolida contigo. — hizo una pausa. — Todo el tiempo pones a tus amigos por encima de todo. Solo quería que por lo menos un día se tratara de mí; quería contar contigo.

—Cuentas conmigo. — insistí. —De verdad lo siento, no supe cómo manejarlo. No dudes nunca lo importante que eres para mí, Lily. Haré todo lo que pueda para ser una mejor hermana, de verdad. ¿Estarías dispuesta a darme una oportunidad?

50 DíasWhere stories live. Discover now