Día 19

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Que cómodo se siente aquí.

Me sentía como en una nube, suave y esponjosa. Las ganas de dormir todo el día se apoderaron de mí al instante. ¿Qué hora es? ¿Por qué la alarma no ha sonado? ¿Pasó algo y no es necesario que vaya a la escuela? Si es así, entonces bien por mí, no tendré que presentar ese ridículo examen de matemáticas. Sonreí, aún con los ojos cerrados. El delicioso aroma de Adam me invadió, haciéndome sentir incluso más cómoda.

Un momento. ¿Adam?

Abrí los ojos a la velocidad de la luz. Turner sigue aquí, respirando suavemente contra mi mejilla, y un brazo alrededor de mi cintura. El rostro completamente relajado en una imagen tan adorable que...

Basta. Concéntrate, Fuller.

Miré el reloj, los números marcan las seis de la mañana. Todavía tiene tiempo para marcharse sin ser descubierto. Me senté sobre la cama rápidamente y le moví con brusquedad para que se despertara. Él abrió un poco los ojos pero los cerró de nuevo.

— ¡Hey! Despierta, tienes que irte, nos van a matar si te ven aquí. —siseé, moviéndolo. El chico gruñó, para luego reincorporarse.

—Buenos días, princesita —saludó, robándome un beso. Le empujé, apartándolo. Le hice un gesto para que se fuera, Adam arqueó las cejas sin entender, aún estaba medio dormido. Entonces, sonó la puerta, sobresaltándonos . Adam abrió mucho los ojos, conteniendo un jadeo, dándose cuenta en el lío que estaríamos metidos si mis padres descubrían que él estaba aquí.

— ¿Cariño, puedo entrar?—preguntó Jennifer—Necesito que me prestes ese labial rojo de la otra vez.

Mierda, mierda, piensa rápido Meg.

— ¡Tienes que irte ahora! —le dije a Adam, moviendo los labios, sin emitir sonido alguno—Un momento má. ¡Me estoy cambiando!

— ¿Y el beso de despedida? — susurró en mi oído, abrazándome por la cintura.

Le miré hecha una furia, soltándome de su agarre.

—No hay tiempo ¡Vete ya!—le empujé hacia la ventana. Adam se colocó los zapatos, casi cayéndose en el proceso. Me lanzó un beso en el aire que logró sacarme una sonrisa boba, antes de desaparecer.

Me coloqué el uniforme en tiempo record. Escondí la caja de pizza junto a las sodas debajo de la cama, para abrir la puerta después. El rostro de Jennifer se contrajo en suspicacia. Le entregué el labial con una sonrisa de boca cerrada. Los ojos azules de mamá navegaron por toda la habitación.

Maldición, actúa natural Margaret. Adam no estuvo aquí anoche.

— ¿Pasa algo?

—No, nada, solo que tu habitación está muy...limpia. —comentó sorprendida.

—Soy más organizada ahora. —Respondí, forzando una sonrisa. —Debo terminar de acomodarme ¿me esperas abajo?

Ella asintió, retirándose. Cerré la puerta, apoyándome en ella. Exhalé una bocanada de aire que no supe que estaba conteniendo. Eso estuvo cerca, no quiero imaginar qué pasaría si nos hubieran pillado. Espero que Adam haya llegado con vida al suelo.

Recogí mi cabello en una coleta alta. Acomodé mis libros y cuadernos dentro del bolso, para salir de mi habitación. Desayuné junto con Lily, aproveché el momento para preguntarle acerca de cómo iba lo que sea que tuviera con el tal Ryan, ella me respondió que todo iba bien, no tenían nada oficial aún, pero que los dos sabían que era algo más que una amistad. Asentí en silencio. En mi opinión, Lily sigue siendo muy pequeña para tener novio.

50 DíasWhere stories live. Discover now