Día 48

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Hoy es la celebración Americana más grande de todas, que supera a la navidad, solo por orgullo patriótico. Es el día dónde todos visten el mismo patrón de colores: rojo, blanco, y azul. El día dónde celebramos que somos libres, pero que no olvidemos pagar los impuestos. Sí, señores, que viva el capitalismo.

El calendario marca 4 de Julio, y todas las calles están cubiertas de brillantes colores, desfiles, y las melodías alegres de las bandas tocando. Es el día dónde por arte de magia todos quieren ser amables y más ruidosos de lo usual. Es el día de la independencia. Ya quisiera serlo yo también.

Pasé la mañana junto a mi familia paseando por la ciudad. Vimos un desfile, en donde me emocioné al momento en que aparecieron las tubas, porque son mi instrumento frustrado. — algún día aprenderé—. Lily apremió con alegría a las bailarinas y sus acrobacias mortales. Mamá y papá comen donas mientras vitorean y toman selfies.

Un nudo quebró mi garganta cuando recordé lo que ocurrirá en dos días. Intenté disimularlo pero no funcionó del todo. Mamá se dio cuenta, y me abrazó por los hombros mientras me contaba la historia de cómo George Washington logró conseguir la presidencia, no es que me fascine el cuento, y ella lo sabe, pero lo hizo con el objetivo de distraerme, cosa que agradezco. Papá me dio unas palmaditas y se ofreció a comprarme un churro, eso es amor.

Ya al caer la tarde, Serene y los gemelos Turner nos invitaron a todo el clan Fuller a celebrar. Invitación que, no pude rechazar, y tan pronto como el mensaje estaba enviado, me enteré que mis amigos también estarían allí. Dejé mi vestuario tal y como estaba; un short de jean azul y una blusa roja. Lo único que añadí fue un collar con un dije forma de estrella. Fue un regalo de la tía Mildryth y cada 4 de Julio lo uso, la historia es curiosa:

Al 4 de julio también le llamamos el día de las estrellas. La tradición empezó la primera vez que lo celebré con los chicos. Años atrás, de alguna forma, todos terminamos llevando por mera casualidad un accesorio relacionado a las estrellas, yo llevé el collar. Y al caer la noche, festejamos con estrellas de fuego que agitamos mientras corríamos por las calles. Fue entonces cuando Adam y yo le dimos el nombre.

Sí, bueno, puede que suene un poco cursi ahora que lo pienso. Pero en mi defensa, teníamos doce años y mucha imaginación.

Volví a la realidad con el sonido de mi teléfono.

 Los chicos— excepto Jena y Mason, pues nadie sabe de ellos desde hace dos días— dieron marcha al plan para que la celebración fuera la mejor de todas. Además aprovecharon de festejar la vuelta de Adam del hospital, y le armamos un cartel que dice "Bienvenido Adam" , está colgado en su habitación.

— ¡Bienvenido a casa! — gritamos todos a coro.

—Aunque técnicamente fue ayer, ¡pero no importa! — exclamó Gabriel.

Las esmeraldas de Turner se iluminaron al ver el cartel. Nos agradeció a todos, observando las firmas y dibujos que hicimos de un balón de basquetbol a detalle.

Estuve a punto de preguntarle cómo se sentía, pero Anne me interrumpió, para entregarnos unos sombreros de pesca con los colores de la bandera y estrellas estampadas. Alcé las cejas al tenerlo entre mis manos.

— ¡Tenemos que estar a juego! ¿No están geniales? — dijo alegremente, colocándose el sombrero.

—Sí, seguro, linda. — afirmó Aaron, rodeándola con un brazo. Cuando la pelirroja no lo estaba viendo, hizo una mueca. Porque los sombreros no son algo que acostumbremos a utilizar. Pero, se trata de Anne, así que nos obligará de todas formas.

Por cuestiones de espacio, la fiesta se trasladó al jardín, que está decorado con banderitas y luces. Los chicos ayudaron a Adam a bajar, y lo sentaron en una silla de ruedas eléctrica al estilo Charles Xavier, de los X-Men, porque la pierna fracturada y el arnés que le sostiene el hombro le impiden ponerse de pie. 

50 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora