9. Mariposas congeladas

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Narrador externo

El corazón de Han empezó a latir muy rápido.

Al principio era capaz de recordarla en cinco segundos. Luego estos se convirtieron en diez, en treinta, en un minuto. El tiempo fue alargándose conforme pasaban los años. Aunque, en este mismo momento, pudo ser capaz de recordarla al instante.

Su rostro emergió de repente. Primero de frente, por todas esas veces que se miraron directamente a los ojos. Después se dibujó su perfil, por todas esas veces en las que caminaron uno al lado del otro.

Continuó viendo sus manos suaves y frías, su pelo rizado tan agradable al tacto, los lóbulos de sus orejas de dónde siempre colgaron los mismos pendientes plateados, la pareja de pecas en su pómulo derecho, el ligero temblor que, por alguna razón, vibraba en su voz.

La memoria era algo extraño. Todo le golpeó como los recuerdos de los últimos segundos de vida, como un meteorito que cae sobre una montaña. Antes de que fuera nuevamente absorbido por las tinieblas de la consciencia, su rostro fue todo lo que pudo ver.

Miles de preguntas recorrieron su mente, pero solo podía saciarlas de una en una. Se recompuso llenando sus pulmones de aire y después soltándolo lentamente.

¿Vas a ir verla? - Preguntó mirando a Jeongin, que tenía la cara de un niño al que sus padres pillan haciendo alguna travesura.

Seungmin fue quien respondió tras negar con la cabeza. Habló de la misma manera en la que alguien anda sobre hielo: cuidando que no se rompa.

— Ella viene a Seúl.

El estómago de Han se revolvió. Esa era una frase que hacía casi cuatro años era la única que quería escuchar. Fue como saciar una parte de su yo pasado, como quien logra decir una palabra que ha estado en la punta de su lengua durante horas, como quien entra en una habitación caliente después de haber caminado en el frío.

Pero él ya no era esa persona y ahora esa frase tan inesperada le había dejado confundido, casi desarmado. No entendía qué quería decir y tampoco entendía qué le estaba haciendo sentir, si era algo.

— ¡Hey! - Chan llegó hacia ellos trotando y pasó los brazos alrededor de sus hombros. - Venid a la atracción de Jurassic Park.

El líder, con una sonrisa enorme, reunió a los ocho chicos que se habían repartido por la zona y juntos hicieron la cola, apoyando las manos sobre el frío metal de las vallas que poco a poco se calentaba con el sol.

Olía a patatas fritas, a churros, a hamburguesas y helado. No podían evitar sentir ternura por todos los niños que recorrían con sus familias el parque y tenían manchas de kétchup en sus camisetas o grandes peluches en sus brazos. Se oían gritos a la lejanía por las altas caídas de las montañas rusas, carcajadas, sonidos de asombro, carritos de bebé rodando por el asfalto, los efectos especiales de las atracciones.

Había personas disfrazadas como en sus películas favoritas, otras con pases VIP colgando del cuello, grupos de turistas enormes, adolescentes en lo que parecía ser excursiones escolares, parejas, amigos, cámaras y palos selfie allá donde se mirase.

Los últimos ecos de sonido desaparecieron cuando entraron de pleno en la atracción. Luces neón de color azul decoraban la sala. Un gran velocirráptor robótico, que parecía haber sido sacado del periodo Jurásico, se encontraba en disposición para que los visitantes se hicieran fotos. Los miembros del staff encargados de cámara, grababan algunas tomas.

Good To Love 2 | Han JisungWhere stories live. Discover now