33. Siempre fue la misma pieza

789 87 87
                                    

Han

En mis días de infancia me di cuenta que no había mayor remedio para la incertidumbre y la nostalgia que el cielo nocturno. Siempre había sido mi mayor miedo el transcurso del tiempo y había algo en el cielo cuando era de noche que me hacía sentir que el tiempo se detenía y no era tan aterrador como pensaba. Si había algo que proyectaba esperanza como nada más en el mundo, era eso: el cielo nocturno con sus infinitas estrellas y su fulgente luna.

 Si había algo que proyectaba esperanza como nada más en el mundo, era eso: el cielo nocturno con sus infinitas estrellas y su fulgente luna

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Lana se había dormido en mis brazos. El vuelo y las horas le habían derrotado. Yo dormí un poco, pero no podía evitar abrir los ojos de golpe cada vez que recuperaba un poco de consciencia para comprobar que no estaba soñando.

Alguna gente tenía algo en su vida que añoraban más que el propio oxígeno. Algo que nunca habían tenido, o algo que habían tenido y habían perdido. Echar de menos algo que nunca habías tenido era duro, pero más lo era hacerlo con todos los recuerdos y el sagrado que conllevaba la nostalgia. Yo ahora tenía sobre mí lo que más había añorado no durante cuatro años, sino durante toda mi vida. Me había dado cuenta. Ahora, sobretodo, que la sensación de tenerla en mis brazos había vuelto y el paso del tiempo había hecho que la sintiera con todavía más fuerza.

Esta sensación era la que yo había necesitado toda mi vida. Era la calma que buscaba cuando no podía dormir de niño y me quedaba haciendo sombras en el techo, la esperanza que la música me había dado pero a la que le faltaba algo para estar completa, el cosquilleo que siempre había residido en mi mente pero que no sabía cómo llamar. Sin saber lo que estaba buscando, desde que nací había estado buscándola a ella.

La piel de su hombro descubierto a causa de su camiseta de tirantes era cálida contra las yemas de mis dedos. Su respiración era tranquila sobre mi pecho y el brillo de la luna que entraba por la ventana se reflejaba en el camino de lágrimas de su mejilla. Dormía profundamente.

Sentía que por mis venas corría electricidad, estaba tan feliz que podía estallar. Pero al mismo tiempo mi pecho dolía como nunca antes, como si alguien hubiera agujereado mis pulmones. Su nombre se escapó de mis labios en voz baja sin yo darme cuenta.

— Lana, mi amor...

Estaba continuamente esperando a que algo me despertara como una gran ola golpeándome y ahogándome en la marea, pero era cierto lo que veía: nosotros no éramos fantasmas en esta habitación. Éramos reales, estaba abrazándola mientras dormía y sus pestañas rozaban la parte superior de sus mejillas. Me sentía querido, el enorme vacío en mi corazón se había llenado y ya no tenía que cojear más.

En un punto de la noche miré mi reloj de muñeca con cuidado. No quería irme, no quería que pasara el tiempo. Tal vez había dormido pocas horas y había dormido en vaqueros, pero fue una de la noches más reconfortantes de mi vida.

Lana se removió levemente. Se nos había olvidado bajar la persiana la noche anterior, pero de momento la habitación seguía oscura. Despegó sus ojos con cuidado y los frotó levemente con su mano libre. Mi brazo rodeaba su cuerpo y no me había movido durante horas para que ella descansara bien.

Good To Love 2 | Han JisungWhere stories live. Discover now