32. Confía en mí

761 93 165
                                    

"Se acerca el momento de verte.
Me acerco y tiemblo, tiemblo.
Llantos resuenan en mi cabeza diciéndome
que lo puedo hacer mejor.

Así que con confianza grito:
sé bien que esta oportunidad solo llegará una vez,
así que haré lo que sea por ti
para que vuelvas a confiar en mí".

— Phobia.

· • —– ٠ ٠ —– • ·

Madrid, una semana antes

Madrid, una semana antes

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Lana

¡Lana, eres adorable! - Alícia se rió. - ¡No puedo creer que todavía sigas sofocada!

Tenía las mejillas mojadas. Se me habían saltado las lágrimas del susto. — Odio las turbulencias.

— ¡A mí me encantan! Antes de despegar siempre deseo que hayan turbulencias durante el vuelo.

La miré totalmente incrédula. — Estás loca.

— ¡Venga! - Me dio un codazo divertido. - ¡Son como una montaña rusa!

— ¡A diez mil metros de altura!

Continuamos nuestra pequeña discusión rodando nuestras maletas por el aeropuerto de camino a la salida. El aeropuerto de Madrid como siempre estaba a rebosar. Gente entrando y saliendo, yendo y viniendo de cientos de lugares distintos del globo. Qué agradecida estaba de que se inventasen los aviones.

Al abrirse la última de las miles de puertas automáticas que habíamos pasado al aterrizar, vi a mis padres y al lado de estos, los de Alicia. Ambas corrimos como pudimos hasta ellos. Solté la maleta y me lancé a abrazar a mis padres.

— ¡Lana-banana! - Mi padre exclamó emocionado. Sentí la calidez de sus dos cuerpos contra mí, el olor de mi casa. - ¿Qué tal el vuelo?

— Largo - Dije, haciendo una mueca que reflejaba mi dolor de espalda. Había sido un vuelo directo, lo cual era muy bueno, pero habían sido unas dieciocho horas muy largas. - No sé ni en qué día estamos.

Mi madre soltó una risita. — Bueno, ahora vamos a casa y descansas todo lo que necesites. ¿Tienes hambre?

— Mucha. Me he estado guardando las ganas de comprarme algo porque aquí todo es carísimo. ¡Tres euros una manzana!

Mi madre volvió a reír. — No pasa nada cariño. En casa tenemos manzanas.

Mi padre cogió mi maleta y mi madre pasó su brazo por mi espalda. Caminando entre los dos, me sentía una niña pequeña otra vez. Sentía que volvía a la infancia y tenía a ambos para cuidarme. Era una bonita sensación.

Good To Love 2 | Han JisungWhere stories live. Discover now