12. La condición humana

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Lana

Mis párpados se abrieron poco a poco

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Mis párpados se abrieron poco a poco. Tenía una mano sobre el abdomen, la otra sobre la cabeza y estaba segura de que había babeado.

No reconocía el techo que veía. Me quedé unos segundos pensativa mientras mis neuronas se volvían a conectar las unas a las otras y mis pupilas se adaptaban a la luz que entraba por la ventana. Ah, eso. Estaba en Seúl.

No tenía ni idea de cuándo me había quedado dormida. Levanté la cabeza para buscar mi móvil, a lo que emití un quejido al sentir el dolor en mi cuello. Debía haber dormido con una postura horrible.

Eran las siete de la mañana. Me había dormido con la ropa de viaje puesta, encima del colchón sin sábanas o almohada, sin duchar y sin haber abierto la maleta si quiera. Eso era que estaba muy cansada y lo que más necesitaba era dormir.

Hoy, por ende, debía de ser miércoles. Probablemente había dormido más de doce horas.

Nuestros primeros días iban a consistir en organizar la habitación, visitar la universidad, ir a reuniones para los alumnos nuevos, hacer algo más de papeleo, sacarnos la tarjeta del transporte público y conocer Seúl. Iba a hacerle de guía a Alicia. Además, me había pedido que practicara con ella el idioma antes de comenzar sus clases de coreano que ofrecía la universidad para los internacionales.

Me froté los ojos y golpeé mis gafas. ¿De verdad me había dormido con ellas puestas?

Puse mis dos pies en el suelo y estiré mis extremidades. No teníamos demasiada prisa hoy, así que decidí no llamar a Alicia todavía. Estaba casi segura de que yo había sido la primera en despertarse.

Abrí mi maleta y contemplé lo mucho que tenía que colgar en el armario. Saqué un conjunto de ropa interior, y como recordaba que en Seúl todavía hacía frío por estas fechas, saqué un jersey y unos vaqueros. Me quité la ropa que llevaba, cogí mi neceser y me fui al baño. El parqué estaba congelado.

En el espejo observé mi reflejo y puse una mano en cada una de mis mejillas. Después me di pequeños golpes.

— Sí, Lana, estás aquí.

Me metí en la ducha y tal y como me dijo Alicia, los botones funcionaban levantándolos hacia arriba. El agua salió disparada de forma horizontal, pillándome desprevenida. Tal vez me sorprendió tanto porque todavía estaba algo somnolienta.

Fui cambiando de botones hasta que el agua cayó desde el cabezal. Suspiré, aliviada, y lavé mi pelo y mi cuerpo con los champús que había traído de casa y al salir me envolví con dos de las toallas que había en el perchero del baño. El vapor había envuelto el espejo, y como siempre me gustaba hacer, ya fuera en un espejo o en la ventanilla de un coche, me puse a dibujar garabatos con el dedo.

Al secarme, me vestí con la ropa que había sacado de la maleta. Primero el jersey color marrón claro, después los vaqueros azules. Salí del baño en busca de mi secador de pelo, cuando vi que la pantalla de mi móvil se iluminaba. Era Alicia.

Good To Love 2 | Han JisungWo Geschichten leben. Entdecke jetzt