XII Mariposa

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Novela para lectura en Wattpad.

Enoc permanecía recostado sobre su trono con la barbilla clavada en el pecho, pensativo y en completo silencio. ¿De qué serviría decir nada si nadie atendería a sus palabras? El pequeño gato salió de detrás de su espalda, de un ágil salto cayó al suelo estirándose en un largo bostezo para alejarse tranquilamente por la sala del templo, dirigiéndose hacia la puerta para salir a dar un paseo por la ciudad solitaria.

Leteo se sumía lenta e irremediablemente en la desesperación, vencido al golpe recibido y la revelación de aquel secreto que le atormentaba día y noche. Saulo, como hábil estratega, comenzaba a preparar el siguiente movimiento de la nueva partida que comenzaba. Elena se gustaba abstraída en su recién descubierto sentimiento: odio, que se extendía con ansia por todo su cuerpo. Ería, indiferente a todo, prestaba toda su atención al distraído gato. Y yo, superado por los acontecimientos, hundí, perdido y asustado, mi mirada en los ojos de caramelo de aquel hombre hecho dios, esperando como él, un milagro.

El silencio se hizo eterno. Se detuvo el movimiento. Se paró el tiempo.

—Muéstrame, Malk, tus pensamientos —rescatado por la voz templada y paternal de Enoc de la telaraña de cavilaciones inconexas en la que permanecía atrapado.

—Trataba de descifrar qué ocurre cuando atraviesas la meta y no hay un final, o cuando llegado el final, no hallas la meta —respondí, absorto aún, en mis divagaciones.

—Supongo que, en tal caso, habrá que continuar avanzando.

—Pero si dejamos atrás la meta y no existe final, ¿hacia dónde iremos? ¿Cómo sabremos que no avanzamos eternamente perdidos?

—Es sencillo, joven Malk —respondió como lo haría un padre a su hijo pequeño—, dejándonos llevar, avanzando en las alas del viento sin resistirnos, guiados por el sol, en busca de un mundo mejor.

—Tengo miedo del futuro, siempre le he temido. Mas ahora sé que el devenir es terriblemente incierto y dolorosamente violento, ahora comprendo las visiones de aquel día junto al altar que me avisaban de un trágico final. —Sabía que aquel enfrentamiento de Saulo y Elena no nos podía llevar hacia nada bueno.

Enoc me miró amable, tal vez compasivo. Con su silencio confirmaba mis sospechas. Se levantó de su trono y extendió su mano ofreciéndomela. 

—Recuerda siempre, Malk, esto que te digo, pues es de suma importancia: Todo principio trae un nuevo, diferente y posible final. No importa lo trágico que sea el devenir de los acontecimientos, cada principio abre las puertas a un nuevo final. No lo olvides nunca. Y ahora ven, hijo. Tengo algo que mostrarte.

—¿Dónde fueron todos? ¿Por qué no queda nadie en la ciudad? —le pregunté contrariado mientras cogía su mano.

—Se fueron con el Sol en busca de las estrellas. Regresaron todos a nuestro hogar.

—¿Y por qué no se fue usted con ellos?

Pensó por un momento mas no hubo duda en la respuesta: 

«Tú eres el hijo que nunca tuve. Tú eres mi final y mi meta. No podría irme sin vosotros. Estaba tan embelesado en el deleite de la belleza de la ciudad que pasé por alto que no todos estaban en condiciones de marchar y para cuando me di cuenta, ya fue demasiado tarde. No podía partir sabiendo que dejaba atrás a otros. Siento que fallé a mi dios, pues a pesar del esfuerzo realizado, mi obra no quedó conclusa en tiempo».

—No estoy seguro, Señor, de que haya tomado la decisión correcta.

—Yo sí lo estoy, hijo amado. Seguro algún día lo comprenderás, espero que para entonces, como me ha ocurrido a mí, no te des cuenta demasiado tarde. Pero ven, vamos, salgamos. Nos esperan. —La culpabilidad de no haber zanjado el tema con antelación, le obligaba y lo atrapaba en aquel lugar con nosotros.

La sangre de EnocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora