XXIV Szuri

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Saciados por el festín, la familia humana trata de pasar el día entre bromas y juegos. Indiferentes a la complicada realidad que nos envuelve, disfrutando cada momento de su propia compañía y emocionados por las nuevas habilidades que les hacen diferentes y poderosos.

Yo, por el contrario, siento una profunda angustia en mi interior, embargado por un mar de dudas ante la recién recuperada consciencia de mi ser; pero a la vez perdido en el desconocimiento de todo lo que había pasado en ese tiempo en el que había permanecido ausente desde que dimos muerte al inocente. Mientras yo dormía inconsciente de todo lo que pasaba a mi alrededor, el mundo había cambiado mucho: a la época clásica le siguió la edad media y a esta el renacimiento, la edad moderna, la era industrial y nos encontrábamos de lleno en el inicio de la conquista espacial y el nacimiento de la era tecnológica. Y solo Dios sabe qué adelantos y maravillas depara el futuro incierto a este sorprendente mundo humano.

Y viéndolos a ellos tan felices, indiferentes a lo que pueda pasar mañana, mi mente se pierde en mis recién recuperados recuerdos de cuando yo también fui feliz en la granja con mis hermanas, ellas eran mi familia, mi manada en otro tiempo. Recuerdos de cuando nosotros también fuimos personas normales y teníamos una vida sencilla y tranquila antes de que empezara esta locura que nos arrastra a esta vida maldita.

Quizás hayan pasado varios miles de años y el mundo haya cambiado. Quizás olvidé todo mi pasado, pero de una manera u otra nada se pierde, todo queda guardado en algún lugar para que, llegado el momento, recuperemos aquello que habíamos olvidado. ¿Tuvimos acaso elección? ¿Pudimos haber elegido otra forma menos violenta? O ya todo estaba predestinado a serlo. ¿Qué más da? Ya todo fue como lo fue.

No tengo tiempo para perderme en cábalas, a lo hecho pecho; la realidad de nuestros actos nos han traído hasta aquí nuevamente, el pasado no puede ser cambiado y este es el presente que hemos creado, hasta aquí hemos llegado. Y, aún así, necesito conocer lo ocurrido para poder afrontar el futuro que se nos viene precipitado. He de saber qué pasó en todo este lapsus de tiempo para prever nuestros próximos pasos. Demasiadas lagunas inundan mis pensamientos y se me revuelven en incontables preguntas. ¿Cómo pudo caer derrotada Elena?, ¿dónde estaría? ¿Qué habría sido de Ería?, sin duda no estaría lejos si Szuri anda por los alrededores. ¿Por qué Saulo había adquirido tanto poder? ¿Cómo lo permitimos? ¿Qué papel está jugando Leteo en esta partida? ¿Qué habrá sido de él? ¿Dónde habrá estado escondido?

De esta manera, me pierdo en esta telaraña de dudas que como olas sobre el acantilado golpean mi mente buscando respuestas.

Cansados de sus juegos, la manada humana cae rendida al sueño mientras yo me ahogo entre tantas preguntas. En el exterior un cielo encapotado oculta el sol, permitiéndome salir para despejarme un poco. La nieve cae suavemente besando mi rostro y ocultando de blanco manto todo el paisaje.

Arropado por el silencio de la montaña me concentro en buscar a Szuri para conectarme a su mente, en la distancia lo encuentro. Con telepáticos pensamientos nos comunicamos.

«Dime, Szuri, ¿dónde estás?, ¿por qué te has ido? Necesito que me cuentes, que me expliques lo que ha pasado, ¿Cómo llegamos a esto...?».

«Da igual ya, Malk. Todo está perdido. Nos encontraron, nos derrotaron una y otra vez, por más que lo intentamos nos vencieron siempre. ¿Qué más da cómo fuera? Si ya no tiene remedio». Sus palabras saben a derrota, a resignación. Seguramente tenga razón.

El niño-gato comienza a abrir sus recuerdos, compartiéndolos conmigo:

«Cuando destruisteis a Enoc y su ciudad, yo escapé de todo aquello que me llenaba de rabia y desesperación, y sobre todo huía de vosotros, olíais a muerte y desgracia. Pero estaba solo y perdido, no tenía a nadie en quien apoyarme, ni dónde ir.

La sangre de EnocTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang