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George se levantó por escuchar su puerta tocar, no solían tocar su puerta a esas horas de la mañana, se incorporó en su cama pero al escuchar que insistían mucho, solo los dejó pasar, soltando un "pase". El mayordomo entró con su típica mirada seria y formal.

-El rey lo requiere en el comedor para los últimos detalles. - George asintió con la cabeza, dándole a saber que se podía marchar, este lo hizo en silencio.

La fiesta se realizaría el día siguiente, cada que pensaba en eso sentía una punzada en el pecho y un sentimiento de nerviosismo en su estómago, se sentía mal solo de imaginar de lo que sería de su vida después de aquella fiesta, pensaba en lo peor para él junto a su prometido pero a la vez pensaba en lo peor para su pueblo si no lo hacía.

Después de arreglarse rápidamente salió de su habitación para caminar con paso decidido hacia donde estaban sus padres, desde que rechazó los trajes para la boda y que su padre no le llamara la atención, ya no tenía miedo por parte de ellos.

Tocó la puerta con tres golpes fuertes, haciendo un eco, le abrieron la puerta, inmediatamente al entrar se sentó en una silla, esperando que sus padres le dijeran algo.

-Iniciará a las 20:00 horas, recibirás bien a todos tus invitados y espero no perderte de vista en algún momento. - George asintió. -Gracias George, eres mi orgullo.

George se limitó a sonreír, sabía que lo que decía no era cierto y que solo lo hacía para tenerlo contento, cosa que no funcionaba. Sus padres empezaron a hablar de otras cosas, George pidió permiso y se retiró de ahí, queriendo desaparecer.

Inmediatamente en cuanto cerró la puerta del comedor se propuso a correr, correr al único lugar en el que se sentía seguro, que aunque quisiera correr más lejos, ese lugar lo alejaba de sus problemas; fue al árbol en donde disfrutaba aquella cómoda y linda sensación.

Se sentó recargando su espalda en el gran tronco, abrazó sus piernas y solo se quedó pensando en todas las veces que sus padres intentaron casarlo y las veces que luchó contra ellos para decirles que no, para que en unos años unas palabras lo hicieran encadenarse con alguien más, se sentía débil, intimidado, indefenso e incluso pequeño.

Él no era de cuentos de hadas ni casarse con alguien que este enamorado de él, solo tenía miedo del poder, el cargo que ahora tendría y, por parte, el quien sería su prometido y como trataría a su pueblo, pero también tenía el miedo de desepcionarlos, a ellos y a sus padres.

Sintió un toque en su hombro, volteó encontrándose con el principe Wilbur, un príncipe que tenía todas las capacidades para gobernar, pero no podría por su hermano, Technoblade era el heredero, así que decidió ir por su cuenta para vivir su vida. Se encontraba en el castillo a visitar a George, desde pequeños fueron amigos, todo el reino sabía que eran unidos y que tenia acceso a él cuantas veces quisiera.

-¡Hola! - Lo saludó con alegría, pero borró su sonrisa al ver a George llorar. -¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

-¿Eh? - Se llevó una mano a su cara dándose cuenta que unas lágrimas habían salido, se las limpió sacando una risa nerviosa. -Oh, no tenía idea de que habían salido.

-¿Está todo bien? - Se sentó a lado del menor, George se recostó en su hombro, apesar se las insistencia de ambos padres nunca sintieron nada por el otro y no les apetecía casarse entre ellos.

-Pensaba cosas. - Dijo George viendo el paisaje, sintiendo un peso en su hombro, sintiendo el abrazo de Wilbur.

-Es por la fiesta ¿Verdad? - George se quedó callado, preguntándose como es que lo sabía. - A Techno le llegó la invitación, venía a verte porque sabía que no estabas bien, tu nunca quisiste casarte.

George soltó una pequeña risa por lo bien que lo conocía, asintió con la cabeza cerrando sus ojos. Desde pequeños hacían eso, sentarse en el árbol, hasta algunas veces se quedaron dormidos juntos. George sentía que Wilbur era su alma gemela, que aunque las historias las hayan normalizado romanticamente, las almas gemelas pueden ser solo hermanos, primos o incluso hasta mejores amigos.

-Todo esta siendo muy rápido, ¿Qué tal si nadie me quiere? - Le preguntó a Wilbur, este negó con la cabeza.

-Todos te quieren, quiero decir, eres lindo con la gente, risueño, amable aunque un poco molesto. - Recibió un codazo suave en su estómago, soltando una risa. -También eres guapo, no se quien no te quisiera.

-Gracias, supongo.

-Escucha. - Lo tomó de los hombros haciendo que lo mirara, poniendose delante de él. -Eres de las personas más grandiosas y maravillosas que he conocido. - Pasó ambas manos a las mejillas del contrario. -No pienses que el problema eres tú porque no es así.

Wilbur le dio un tierno beso en la frente haciendo que George soltara una risita, para después sonreirle.

-¿Por qué tienes que ser tan empalagoso? - Lo abrazó escondiendo su cara en el pecho del mayor. -Gracias, Wilbur.

-No hay de que, Gogy.

〔◇〕

Como dato curioso; el árbol trae comodidad a George sin razón alguna, solo lo siente así, cómodo y cálido. Haciendo referencia al final de "George, dime que me amas", otra historia que escribí, donde Dream y George ahi se dicen sus sentimientos y deciden dar un paso más. :]

La corona [DreamNotFound] Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt