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Hazel.

Hazel abrazó a Règine, ambas se echaron a llorar.

—Estás herida —dijo Règine, una vez que se separaron.

—Probablemente me haya roto las costillas —reconoció ella, analizó de pies a cabeza a su mejor amiga—. Pero…tú te ves peor.

Ella forzó una sonrisa.

—Lo sé, pero creo que te veo un conjunto de ropa. —dijo la chica, apenada.

Hazel rió.

—No importa la ropa, Règine. Lo único que me importa es que tú estás bien.

Règine miró hacia donde estaba Nico, que estaba solo, con una expresión llena de dolor y de embarazo.

—¿Acaso tú no te alegras que esté bien? —le preguntó a Nico.

—No creo que la palabra “bien” sea la correcta, porque te ves demacrada. —respondió el chico acercándose a ellas.

—¿Y qué esperaban cuando estuve en el Tártaro? ¿Que saliera llena de brillitos, florecitas y renovada como si hubiera vuelto a nacer? —preguntó de manera sarcástica haciendo reír a los presentes.

—Me alegro de que estés bien —dijo Nico, ahora miró a Hazel—. Los fantasmas tenían razón. Solo uno de nosotros ha llegado a las Puertas de la Muerte. Tú… habrías hecho sentirse orgulloso a nuestro padre.

Ella sonrió, acariciándole suavemente la cara con la mano.

—No podríamos haber vencido a Clitio sin ti.

Hazel deslizó el dedo pulgar debajo del ojo de Nico y se preguntó si había estado llorando. Anhelaba desesperadamente entender lo que le pasaba, lo que le había pasado las últimas semanas. Después de todo lo que habían vivido, Hazel daba gracias más que nunca por tener un hermano.

Antes de que pudiera decirlo en voz alta, el techo vibró. Unas grietas aparecieron en los azulejos que quedaban, y cayeron columnas de humo.

—Tenemos que largarnos —dijo Jason—. ¿Frank…?

Frank negó con la cabeza.

—Creo que solo puedo conseguir un favor de los muertos por hoy.

—Espera, ¿qué? —preguntó Hazel.

Piper arqueó las cejas.

—Tu increíble novio pidió un favor como hijo de Marte. Invocó los espíritus de unos guerreros muertos y les hizo guiarnos por… No estoy segura. ¿Los pasadizos de los muertos? Lo único que sé es que estaba muy muy oscuro.

A su izquierda, una sección de la pared se rajó. Los ojos de rubíes de un esqueleto tallado en piedra asomaron y rodaron a través del suelo.

—Tendremos que viajar por las sombras —dijo Hazel.

Nico hizo una mueca.

—Hazel, apenas puedo viajar yo solo. Con siete personas más…

—Te ayudaré.

Ella trató de mostrar seguridad. Nunca había viajado por las sombras y no tenía ni idea de si podría hacerlo, pero, después de alterar el laberinto con la Niebla, tenía que creer que era posible.

Una sección entera de baldosas se desprendieron del techo.

—¡Cogeos todos las manos! —gritó Nico.

Formaron un círculo a toda prisa. Hazel visualizó el campo griego por encima de ellos. La caverna se desplomó, y sintió que se deshacía en las sombras.





𝐋𝐄𝐀𝐕𝐈𝐍𝐆 𝐏𝐀𝐑𝐀𝐃𝐈𝐒𝐄, heroes of olympusWhere stories live. Discover now