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Los semidioses miraban impresionados a Règine y el cómo estaba controlando a los gigantes, no eran ni cinco ni diez eran  más de veinte y entre esos se encontraba el rey Porfirio.

Los párpados le comenzaban a pesar a la asiática, aquel poder le estaba exigiendo un precio y era su energía, lo que necesitaba para tener a los gigantes bajo su control.

—¿A caso tengo que decirles que se apresuren porque no tengo toda la eternidad para tenerlos? —gritó Règine, intentando mantenerse en pie.

—¿Cómo lograste controlar a los gigantes? Creí que su poder era limitante, o sea que nada más pueden con una persona. —preguntó Percy ayudando a la chica a sostenerse en pie.

Percy intentaba distraer a la chica para que se mantuviera despierta mientras sus amigos mataban a los gigantes o lo intentaban porque así como los mataban así resucitaban.

—No lo sé, tampoco sabía que podía... podía...controlar toda una....mejor dame cinco minutos, quiero...dormir.

Règine se desplomó en los brazos de Percy y al caer ella inconsciente los gigantes recuperaron su conciencia.

Porfirio rió.

—Los semidioses no habéis aprendido nada. No hay dioses que puedan ayudaros. Mucho menos un semidiós ni siquiera con gran poder como lo que tiene esa mocosa, ¿en serio creyeron que aguantaría tanto tiempo? Todo poder exige algo. Y solo necesitamos una cosa más de vosotros para completar nuestra victoria.

El rey de los gigantes sonrió impaciente. Parecía estar mirando a Percy Jackson.
Piper lo miró. A Percy todavía le sangraba la nariz. Parecía ignorar que un hilo de sangre le caía por la cara hasta la barbilla, solo por estar centrado en Règine.

—Percy, ten cuidado… —trató de decir Piper, pero por una vez la voz le falló.
Una sola gota de sangre descendió de su barbilla. Cayó al suelo entre sus pies y empezó a chisporrotear como agua en una sartén.

La sangre del Olimpo regó las piedras antiguas.

La Acrópolis crujió y se movió mientras la Madre Tierra despertaba.
















La Acrópolis crujió y se movió mientras la Madre Tierra despertaba

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Règine comenzó a recuperar la conciencia poco a poco, sintió que había dormido una eternidad pero no fue así, solamente duró inconsciente por unos tres minutos.

Al abrir los ojos lo primero que vió fueron unos ojos azules verdosos profundos viéndola con preocupación y miedo.

—¿Qué ha pasado? —preguntó incorporándose con ayuda de Percy, al ver la nariz del chico sangrar lo limpió rápidamente.

—Gaia logró despertar. Se podría decir que prácticamente mi nariz nos condenó a la muerte. —Respondió el chico alejando su mano de la cara de Règine mientras el agua retrocedía lentamente. Sí, con la ayuda de su control curativa del agua hizo que la chica despertara y recuperara su energía.

𝐋𝐄𝐀𝐕𝐈𝐍𝐆 𝐏𝐀𝐑𝐀𝐃𝐈𝐒𝐄, heroes of olympusWhere stories live. Discover now