Todos tenían un mal concepto de Afrodita y sus hijos: débiles y vanidosos. Eso le molestaba a Règine Tanaka, sus falsas imágenes hacia ellos, siempre trataba de hacerlos callar la boca, lo cual logró. A comparación de su hermana Drew, ella era buena...
La causante de que Argos II quedara casi destruido y que interrumpiera el magnífico sueño de Règine que se besaba con Kim seokjin fue nada más ni nada menos que una hermana de Percy, Cimopolia y diosa de las tempestades violentas.
Entre Percy y Jason intentaron hacerla caer en cuenta de que Gaia nada más la utilizaba, por poco y lo lograban pero apareció un gigante Polibotes, el cual le enterró veneno a Percy pero Jason lo salvó y ahora tenían como aliada a la diosa de las tempestades violentas.
Règine estuvo dispuesta a lanzarse al agua para agarrarse de los cabellos por dos sencillas cosas: la primera era por casi matar a Percy, y la segunda, fue por interrumpir su beso con Seokjin.
Lastimosamente no se pudo porque Annabeth la atrapó antes que se lanzara al agua.
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Después de tres largos días, por fin consiguió hacer funcionar el barco más o menos, justo cuando llegaron al puerto de Míkonos, lo que debía de significar que había llegado el momento de que les dieran otra paliza.
Percy y Règine desembarcaron para reconocer el terreno, mientras que Leo se quedó en el alcázar poniendo a punto la consola de control. A Règine le dieron ganas de comer helado y Percy no dudó en concederle su deseo, invitaron a los demás ya que intuían de que haría sentir mejor a la tripulación después de unos largos días.
Enseguida se sintieron mejor. Toda la tripulación se quedó sentada en la cubierta, sin tener que preocuparse por tormentas ni ataques de monstruos por primera vez en días, y comieron helado. Bueno, todos menos Frank, que era intolerante a la lactosa. Él se comió una manzana.
Hacía un día caluroso de mucho viento. El mar relucía a causa de lo agitado que estaba, pero Leo había reparado los estabilizadores para que Hazel no se mareara demasiado.
Hacia el lado de estribor, la ciudad de Míkonos se alejaba formando una curva: una colección de edificios de estuco blancos con tejados azules, ventanas azules y puertas azules.
—Hemos visto unos pelícanos andando por la ciudad —informó Percy—. Entraban en las tiendas, se paraban en los bares…
Hazel frunció el entrecejo.
—¿Monstruos disfrazados?
—No —dijo Règine, riéndose—, eran pelícanos normales y corrientes. Son las mascotas de la ciudad o algo por el estilo. Y hay una parte de la ciudad en plan Little Italy. Por eso el helado está tan bueno.
—Europa es un lío —Leo sacudió la cabeza—. Primero fuimos a Roma a buscar la plaza de España. Ahora venimos a Grecia a buscar helado italiano.
Sin embargo, la calidad del helado era indiscutible. Se comió su helado de vainilla con mashmellos y trató de imaginarse que él y sus amigos estaban de vacaciones. Apesar de que era 30 de julio. Faltaban menos de cuarenta y ocho horas para el día G, cuando Gaia, la princesa del sueños raros, despertaría en todo su esplendor terrestre.
