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Eda y Serkan están parados delante de la entrada de la casa de los Bolat, son un frente común, han estado dos días solos, en un paraíso particular solo para ellos, no necesitaban grandes paisajes, ni un sol que les calentara, nada de arenas blancas y mares trasparentes, solo se necesitaban ellos dos, acostumbrándose a lo que eran.
Se han amado, no solo con cada caricia, sino con cada mirada, cada suspiro, cada sonrisa, cada lágrima, cada risa. Había amor en cada uno de sus gestos y momentos.
No han escapado, solo se han permitido conocerse sin prejuicios, ellos tal como son, han hablado de los dos, de momentos felices riendo y de momentos tristes llorando, y se han abrazado y vuelto a amar.
Ahora se miran, Serkan aprieta su agarre a Eda, no necesita preguntarle si está bien porque la conoce, él lleva su mano a la mejilla de ella, sabe lo que está pensando, que son sus padres.
Cariño, ellos serán mis padres, pero tu eres mi corazón, sin él no puedo vivir—le dice sonriendo...
Entran a ver a los padres de Serkan, están los dos apoyados en la chimenea, han llamado mil veces a Serkan pero él no les ha cogido el teléfono.
Entran los dos, de la mano son un solo frente, no se molesta, ninguno de los cuatro en sentarse.
Alptekin y Aydan se estiran intentando parecer mas imponentes y orgullosos, Eda y Serkan llegan humildemente sabiendo que tienen el arma mas poderosa que es el amor.
Te hemos estado llamando Serkan— dice Aydan
Lo se — contesta Serkan
Nos merecíamos saber donde estabas — dice Alptekin
No, no os merecíais nada, pero Eda quiere hablar contigo y aunque no hacía falta que yo estuviera, quiero que sepáis que mi elección es ella, que no la voy a dejar porque sin ella no soy nada, que ella me ha redescubierto que me pueden amar por lo que soy no por las expectativas, ella conmigo tiene suficiente.
No sabéis lo que decís si esto se sabe...— dice Alptekin
Aydan mira a su hijo y a la mujer fuerte que tiene a su lado, esa mujer que le ha ayudado a tanto, y se arrepiente de haberse puesto del lado de su marido cuando su lealtad debería haber estado con su hijo y con esa mujer que se lo devolvió.— Eda, lo siento, siento no haber estado a la altura por un falso concepto de familia, lo siento — se sienta y se siente derrotada, ha perdido a su hijo a la que podría haber sido su hija y a su marido dándose cuenta de que nunca lo ha tenido...
