Un ejército de humanos pertenecientes a la inquisición contra cuatro jóvenes que quieren acabar con ellos. Una promesa de amor y el descubrimiento de una vieja alma perdida.
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SEGUNDA NOVELA DE LA TRILOGÍA: "LOS BRU...
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Sus enredados cuerpos golpearon las baldosas de la oficina de la directora. Demetrie sintió su cuerpo hormiguear: sensación natural que dejaba la magia después de un viaje en el tiempo como aquel. Se apartó de Klaus, quien yacía inconsciente por el dolor, a su lado.
Los confundidos ojos de Bilmah fue lo primero que vio antes de ponerse en pie.
-¿Le disparó?-preguntó la mujer, con un deje de regaño en la voz.
Demetrie frunció el ceño.
-¿Qué? ¡No! -se defendió el chico-Un mundano lo hizo. Klaus no es un asesino, no del todo- "pero yo sí, justo acabo de quitarle la vida a alguien de nuestra especia" quiso decir, pero se tragó las dolorosas palabras.
-Yo sé que no-aseguró Bilmah, acercándose al muchacho recostado en el suelo.
-¿Lo sabía?-preguntó Dem, procesando las palabras de la mujer. Su ceño se frunció y se giró hacia ella, que tomaba el pulso del cuello del chico rubio. Estaba tan pálido que parecía muerto.
-Claro que lo sabía. Los asesinatos mundanos no son de nuestra incumbencia. Pero los rastros de magia que Klaus dejaba atrás...lo hubiera descubierto alguien más de no haberlo enviado por él.
-¿De qué habla?
-Todo el mundo infernal y angelical sabe de su existencia, el primogénito desterrado del demonio más poderoso del mundo... ¿No cree que alguien malvado se aprovecharía de él?
-¿Alguien como usted?-preguntó Dem, recordando la corta historia que Klaus le había confiado, sobre el Noctum y el arrebato de Bilmah.
-¿Se lo dijo?
-Claro que me lo dijo.
-Era necesario. Klaus no está en sus cinco sentidos, nunca lo ha estado. ¿Se ha preguntado por qué lo desterraron?
Dem frunció la frente y negó con la cabeza.
-No es mi problema-tajó Demetrie. No le gustaban los chismes. No quería enterarse sobre la vida de Klaus, mucho menos si este se encontraba inconsciente-. Será mejor que lo lleve a la enfermería. Puede morir.
Demetrie se acercó a la puerta y la abrió de golpe.
-Señorito Fliends-bramó la directora dentro de la oficina. Dem se giró contra su voluntad-. Tal vez ahora no, pero dentro de poco, Klaus se lo agradecerá.
Dem apretó la mandibula y salió al pasillo. ¿Agradecerle? Le había quitado su libertad y de paso lo había dejado desangrándose en medio de la habitación de la mujer que le había quitado todo.
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