10 de agosto de 1868: Desayuno y un nuevo demonio.

33 25 1
                                    

Joy se dejó caer con la sutileza de un felino en el banquillo del comedor donde solía comer junto a Dem y Brid

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Joy se dejó caer con la sutileza de un felino en el banquillo del comedor donde solía comer junto a Dem y Brid.

Los habitantes del Noctum se paseaban de un lado a otro, ataviados en prendas ridículamente costosas, Joy no se atrevía a juzgarlos: él mismo llevaba una túnica de terciopelo mórbidamente lujosa, con un broche de oro sujetándola a su cuello. El emblema de la casa Jedenth...una serpiente negra con una daga atravesando su curvado cuerpo.

Joy se llevó la copa de vino a los labios y dio un sorbo, el amargo sabor cubrió sus sentidos y entonces cerró los ojos. En medio del bullicio de la multitud de demonios que bajaban a desayunar, recordó la noche anterior.

Bridget, las pesadillas de Bridget y el conocimiento de que acudió a él en sus peores momentos. Joy sonrió sobre la copa y luego se retiró de ella.

Bridget, la chica que había muerto y renacido, que le había roto la nariz incontables veces, Bridget, de quien se había enamorado aún sin saberlo. En quien pensaba antes de dormir y después de despertar.

Se quedó perdido, mirando a la nada.

¿Los demonios podían enamorarse?

Pensó en Megan...¿Se había enamorado de ella realmente o simplemente era una absoluta obsesión?

Era de conocimiento público que los demonios no tenían la capacidad de poseer sentimientos amorosos por alguien que no fuese ellos mismos...pero había visto a Demetrie renunciar a su alma sin pensarlo solo por reencontrarse con la joven a la que amaba.

Demetrie. Sintió un pinchazo en las costillas.

Demetrie era su mejor amigo...lo que le estaba haciendo...pero...¿Era realmente su culpa? ¿Sentir lo que estaba sintiendo era su culpa?

Quiso contestar a aquello, pero fue interrumpido por una chica pelirroja que llevaba entre sus brazos a dos pequeñas gatas cuyos nombres se habían taladrado en sus sesos...sus hijas. Donna y Danno saltaron de su regazo y se posaron a sus pies, como si quisieran proteger el camino de Bridget hasta donde se encontraba Joyland. Caminaron frente a ella, y solo cuando Brid se sentó frente al joven pelinegro se sintieron lo suficientemente tranquilas como para alejarse dando saltitos.

—Abrí los ojos y no te encontré...no sabía que Joyland Jedenth madrugaba después de pasar la noche en vela—Bridget sonrió con ironía, pasándose los dedos por entre su enredado cabello rojizo. Joy evitó mirarla de aquella manera en que solía mirarla cuando no pensaba en nada más que en ella.

—El vino no espera a nadie, corazón—le regaló una sonrisa y ladeó la copa en dirección a ella.

—Es demasiado temprano para embriagarte hasta los pies...

—Mis pies tienen todo el derecho del mundo a embriagarse, lo tienen después de recorrer medio espacio temporal solo por recuperar a la chica que no sabe seguir instrucciones.

REINA DE COPAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora