Capítulo 7

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Desde el punto de vista psicológico, las pesadillas no son más que miedos  ocultos que se exponen de manera exagerada y distorsionada cuando bajamos nuestras defensas, cuando nuestro cerebro está más indefenso, más en calma, aunque no en su totali...

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Desde el punto de vista psicológico, las pesadillas no son más que miedos  ocultos que se exponen de manera exagerada y distorsionada cuando bajamos nuestras defensas, cuando nuestro cerebro está más indefenso, más en calma, aunque no en su totalidad, ya que nuestro subconsciente no se termina de apagar nunca. Nos incordia con remordimientos, inseguridades, dudas… A mi durante las tres noches que han pasado ya desde que llegué aquí me ha estado torturando con pesadillas, los sueños, al principio, son distintos y maravillosos, algunos son bastantes triviales mientras que otros tienen como protagonistas a una pareja sumamente hermosa, pero luego, cuando creo que me he despertado gracias a una inquietud repentina que recorre mi cuerpo de arriba a bajo, abro con pesadez mis párpados y le veo a él, en su altura, oculto en la oscuridad, mezclándose con ella como una sombra, apenas puedo verle, pero sus ojos son inconfundibles cuando los diviso debido a la tenue luz de la luna que se cuela ligeramente en mi ventana.

Yo nunca me muevo, solo lo observo con temor a que al mínimo movimiento, él se de cuenta de que estoy a su merced y decida atacar. Su postura siempre está tensa, su mirada es helada y sus hombros están ligeramente curvados, como una bestia acechando, calculando. Con el tiempo me he acostumbrado a esto, a rara vez dormir, a dormir intranquila, pero nunca olvidaré lo que sentí la primera vez que Edward Cullen apareció en mi sueño transformándolo en pesadilla.

*Flashback*

Una suave caricia me eriza todo el vello del cuerpo, un escalofrío recorre mi figura y un suspiro tembloroso escapa de mis labios a la vez que escucho una risueña risa que me hace abrir los párpados.

El rostro de Alice es lo primero que veo y es una imagen hermosa, sus dientes blancos relucen y su mirada cargada de adoración me deja sin habla.

Me doy cuenta de que estamos tumbadas de lado en una especie de prado repleto de flores, ella sujeta su cabeza con una mano para alzar medianamente su cuerpo, mientras que yo simplemente evito el contacto directo con la hierba posicionando mi brazo justo debajo de mi cabeza usándolo de barrera.

Acerca su cara a la mía rozando nuestros labios, los suyos son suaves y finos, más, por desgracia, es todo lo que puedo apreciar de estos ya que ninguna de las dos avanza lo suficiente para que esto se pueda considerar un beso. Siento su aliento en mis labios entreabiertos, dejando una petición silenciosa, deseosa, que ella por alguna razón no cumple, se conforma con rozar nuestras piernas, acariciar mi mejilla, incluso, por un breve instante me besa justo debajo de mi labio inferior, sin perder ese roce que me desespera y complace ligeramente…

-¿Dejándome de lado señoritas?-una voz con acento sureño me tensa de una forma deliciosa-

Un escalofrío de placer me recorre y mi corazón acelera aún más sus latidos. Sus labios acarician mi cuello y sus rizos rubios se enredan en mi cabello. Sus manos se sujetan con firmeza a mi cintura y sus pulgares acarician la piel que queda expuesta en mi cadera debido a que mi camiseta se ha subido sutilmente. Noto su torso duro y firme a mi espalda brindándome seguridad y confort.

Nos hiciste esperar mucho tiempo... Where stories live. Discover now