Tristan: Una Llegada.

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Había llegado al planeta Egil asombrado por el nivel de descuido que padece el lugar. El planeta solo tiene cinco grandes ciudades, de las cuales dos están en una profunda pobreza. Al llegar a mi nueva casa, me sorprende que ni siquiera se encuentre lista. No hay servidumbre, considerando que la casa es lo bastante grande como para mantenerla limpia yo solo. Le digo a Cedric que sus hombres pueden dormir en el interior de la casa, pero que llamaran a alguien para ponerla en orden. Cedric le da unas órdenes a un chico más o menos de mi edad y este sale corriendo con un caballo.

Los siete hombres restantes, Cedric y yo inspeccionamos la casa en busca de cualquier tipo de reparación. Nos dividimos en dos grupos, Cedric se queda abajo con cuatro hombres y yo me quedo con tres en la parte de arriba; buscando algún rastro de daño.

—Al parecer solo es cuestión de limpieza —comenta un hombre más o menos mayor, su nombre es Tadeo.

—Y una bien profunda —agrega otro al señalar una habitación, todos vemos un nido de ratas.

—Mierda —maldigo enojado. El hombre que abrió la puerta la vuelve a trancar.

Escuchamos voces provenientes del piso de abajo. Bajo con los demás hombres, al llegar a la parte baja de la casa me encuentro con varios caballeros bastante confundidos.

—Disculpe, pero ¿Quién les dio la autorización de habitar esta vivienda? —pregunta un hombre mayor con un traje de color púrpura bastante elaborado, considerando que casi todo el planeta está pasando hambre.

—Disculpe que hayamos llegado de esta forma —me presento—. Soy Tristan Godness —le estrecho la mano y él me mira un poco asombrado, saco de mi abrigo una carta y se la entrego—. El rey Robert Stonewell me ordenó que fuese gobernador de este planeta. Puede leerlo en la carta que le entregué...

—Sí, lo siento —el hombre lee la carta—. Si sabía de su nombramiento, pero no de su llegada. Cómo verá, no está lista la casa para que puede habitarla...

—¿Cuándo cree que estará lista? —pregunto firme, pero cordial.

—Más tardar, como en tres a cuatro días —el hombre mira a su alrededor echando ojo crítico a la casa—. Si gustan, pueden quedarse usted y sus hombres en mi casa, no está muy lejos de aquí.

—Por supuesto que acepto su ofrecimiento señor...

—Barnes, James Barnes señor Godness —el señor Barnes hace una pequeña reverencia. Ambos salimos de la casa, afuera se encuentran varios hombres a caballos—. Ellos son mi guardia y mi hijo Gabriel Barnes.

Un chico de más o menos mi edad se baja del caballo. El chico Gabriel se parece un poco a su padre a excepción del cabello, el señor James lo tiene castaño casi cobrizo y el chico lo tiene negro. De resto son bien parecidos en el rostro cuadrado y severo.

—Gabriel, él es Tristan Godness, el nuevo gobernador del planeta —Gabriel se sorprende y hace una reverencia más marcada que la de su padre. Su rostro se relaja un poco y deja atrás su hostilidad—. Se quedará en nuestra casa hasta que reparen la de su majestad.

El chico asiente. Le ordeno a Cedric y a otros hombres que busquen los caballos, y nuestras pertenencias. No tardan mucho y seguimos a los hombres del señor Barnes. Cedric cabalga cerca de mí. Estamos a una distancia prudente.

—Estás alerta por cualquier eventualidad —le susurro. Él asiente.

Cabalgamos casi por media hora por medio de un camino oscuro y solitario. La fría noche es nuestra compañía y también nuestra peor enemiga. Siento la presencia de múltiples sombras al asecho, siento sus cuerpos, sus energías. Quiero poseer de nuevo a mis sombras, quiero sentir el poder de nuevo. El señor Barnes me cuenta cosas triviales sobre el planeta.

El Ascenso De Un Imperio [III libro de la saga Dioses Universales]Where stories live. Discover now