Tristan: Al Final Todos Son Iguales.

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Pude mudarme a mi nueva casa después de haber vivido con los Barnes tres semanas. A los hombres de Cedric les ofrecí alojamiento en el recuperado el ala este de mi nueva casa. Con el tiempo —si se quedan y cumplen mis órdenes— les puedo regalar unas tierras donde ellos puedan construir sus casas. Cedric le pareció una buena idea y aceptó el trato. El señor Barnes contrató seis sirvientas para el mantenimiento de la casa. A cada una les asigné sus tareas; una se encargará de los establos y de los caballos. Otra se encargará de la lavandería; otras dos en la cocina y dos más por la limpieza de la mansión. Acordé el pago con ellas de cinco coronas a la semana, quería llevárselos a diez coronas, pero el sueldo de gobernador no es mucho.

 Quería empezar a trabajar al día siguiente de mi llegada, no podía perder tiempo, sin embargo, el señor Barnes quiso que perdiera el tiempo. Permití que me llevara por un pequeño recorrido por la ciudad y el capitolio —el cual fue el recorrido más largo— quería ver más la situación de la ciudad para saber en qué enfocarme en mejorar o arreglar. La tarde pasó en conocer a los ministros y alcaldes de las colonias y ciudades del planeta. Querían llevar la celebración hasta la casa del ministro de defensa. Se me cayó la cara del asombro y el enojo. El señor Barnes dijo que no había dinero suficiente para pagarles a los guardias para cubrir las rondas nocturnas, pero si hay para pagar estatuas de mármol de casi dos metros de altura. Si hay para pagarle a Narciso Stewart un sinfín de pinturas; él es el pintor favorito de Luna. Mi padre para contentarla, le pagó unas setecientas coronas en tan solo cuatro cuadros; dos retratos de Luna, uno familiar y otro de un paraíso invernal.

 Este ministro tiene como diez piezas. Prácticamente unas mil setecientas cincuenta coronas fueron a parar en la decoración de esta lujosa mansión. Pasé la fiesta conversando trivialidades con los ministros, estaba tan enojado que incluso Cedric tuvo que recordarme que tenía que disimular.

 Ya sé que no puedo atacar porque estoy en desventaja política y militarmente. Lo que sí puedo maniobrar es cortar el flujo de dinero, no puedo ir a embargarles sus pinturas, sus joyas o trajes caros. Pero si puedo bloquear sus negocios que se aprovechan tomando el dinero público para enriquecerse. Tengo que ser cuidadoso con mis palabras y acciones.

 Transcurre dos meses y ya tengo mi primer enfrentamiento político por cortarles el flujo de dinero y congelar el precio de los impuestos en una sola tarifa por el resto del año a ver cómo se comporta los gastos públicos y evaluar si realmente es necesario el aumento. También decidí crear nuevos impuestos dividiéndolos en cada ministerio en específico. Me llamaron insensato, demente o psicópata. Pero ellos no son tontos y saben por qué tomé la decisión. Pude recorrer la ciudad sin la guía del señor Barnes, pero con la compañía de Cedric y dos de sus hombres. La pobreza es notable, los lugareños me observan temerosos y se esconden. Cedric me aconseja que regrese al capitolio y me concentre en trabajar.

 Al llegar al capitolio empiezo a trabajar y a planificar cómo convencer a los ministros de autorizar los proyectos de sanidad, vialidad y social. Tal vez sea mejor dividir los proyectos para que no se vea tanto el gasto. Paso toda la tarde hablando con el único ministro que me apoya.

—Creo que si lo manejamos de esta forma podremos lograr la mayoría de los votos necesarios —expresa analítico el ministro de finanzas, el señor Víctor Hunt—. Traer al arquitecto Alexander Maxwell costará mucho más de lo esperado, lo importante es tener los votos y el suficiente dinero para pagarle.

—Con cuerdo —sentencio decidido—. ¿Cree que se pueda recaudar el dinero necesario en dos años? —pregunto un poco nervioso.

—Si no se gasta en tonterías —él ve su cuaderno de notas—. Tal vez se pueda reunir. Pero lo que realmente necesita es...

—La aprobación del consejo —él asiente. Luego de conversar un rato, él se levanta de su asiento y se retira. Lo acompaño a la salida como muestra de respeto. Regreso a mi silla y suspiro cansado.

El Ascenso De Un Imperio [III libro de la saga Dioses Universales]Where stories live. Discover now