Tristan: Transformaciones y Tratos.

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Al llegar al comedor lo encuentro vacío, no quiero tomar asiento. El ambiente es abrumador, no venía a comer a este lugar desde hace mucho. Los cuadros de personajes ficticios, la prolongada mesa con sus ornamentos habituales, el elegante candelabro de cristal colgando en el techo alumbrando tenuemente el lugar. Solo alumbra feroz cuando mis familiares de la luz venían de visitas, todo el castillo se iluminaba para que no se tropezaran con nada. Se siente extraño como algo que nunca ha cambiado desde que tienes memoria te pueda generar sentimientos distintos en diferentes momentos del tiempo.

 Escucho voces aproximarse y yo me recompongo, no quiero que me vean débil y abrumado por estar aquí. Entran Cedric, el señor Víctor Hunt y el señor Simon March vestidos formalmente. Cedric se acerca y me saluda.

—Tienes mejor cara —él me examina. Iba a contestarle, pero entra mi padre por el mismo lugar donde entré. Los presentes realizamos una reverencia.

—Gracias por la espera señores —mi padre habla neutro, él posa su mirada en mí y asiente. Él me señala que me siente a su lado cosa que nunca he hecho, por lo general mi madre y mis hermanas lo hacían, yo nunca mostraba interés por estar cerca de él. Obedezco sin ejercer fuerza de oposición. Cedric se sienta a mi lado y los ministros se sientan al frente de nosotros, pero dejando un puesto de por medio en el lado izquierdo, ya que ocupar el asiento de la reina se considera ofensivo.

 Casi de inmediato los sirvientes empiezan en traer los alimentos que comeremos. El olor a hierbas mezclado con la carne asada inunda mis fosas nasales, también entran con bandejas de pan y ollas soperas de guiso. No había caído en cuenta de mi hambre hasta ahora. Tengo que esperar a que los sirvientes terminen de colocar todo en el plato para que yo, y pues claro, los demás podamos comer. En cuanto acabaron de servir toda la comida, mi padre da la orden de poder cenar. Mi plato se encuentra lleno con un buen trozo de carne asada, el jugo de la carne llena mi plato y ese aspecto rebosado, vuelven mi boca agua. Cenamos en tranquilidad, no se habla mucho por la ingesta de comida mezclado con decir algo inapropiado delante del rey.

 Como lo que entra en mi estómago, el caldo, el pan con carne y una buena copa de vino, ¡vaya! Es cierto que el vino que tengo en mi casa no es tan bueno comparado con uno de buena cosecha y su debido proceso que solo los más pudientes pueden costear.

 Casi finalizada la comida mi padre se pone a conversar con los ministros y Cedric. No tardan mucho hasta quedar en un punto muerto la conversación cuando mi padre se levanta y nosotros con él, para retirarse a sus aposentos. Los ministros y yo nos vamos a una sala para finiquitar los últimos detalles del día de mañana. Con todo dicho, me encamino hacia mi habitación acompañado con Cedric.

—¿Sabes que eres idéntico a tu padre? —él cuestiona pensativo—. Claro, no tan musculoso, pero en el rostro sí.

—No fui bendecido con el estructural cuerpo de mi padre —comento irónico.

—Eso se nota —él se ríe y yo tuerzo los ojos—. Solo bromeo contigo.

—Me alegro ser tu centro de entretenimiento —suspiro relajado—. En serio disfruté esa comida.

—Todos lo hicimos, no me imaginaba que la comida de los palacios fuera tan rica —él comenta mirando el techo alto del palacio.

—¿Y cómo te los imaginaba? —pregunto intrigado.

—Me las imaginaba pretensiosas, pero no deliciosas —él responde observando todo.

—También son pretensiosas —comento—. En los banquetes de las fiestas hacían que hubiera cascadas de cerveza y las comidas estaban tan decoradas que daba doler comerla.

—¡Vaya! Primer recuerdo de tu infancia que no es trágico —comenta con asombro, le doy un empujón—. Sin agresiones, mira que estoy en total desventaja.

El Ascenso De Un Imperio [III libro de la saga Dioses Universales]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora