Tristan: Inquilinos Y Propuestas Poco Favorables

27 7 0
                                    

—¿Solo quiero saber si voy a cargar con toda la responsabilidad de la niña? —la interrogo.

—Por supuesto que no —exclama indignada—. Sé lo que dijo Benedict, pero yo no voy a abandonar a mi hija. Yo no soy ese tipo de mujer.

—¿Estás de acuerdo que no estemos juntos? —pregunto cabizbajo.

—Tristan, reconozco que actué mal en la mayor parte de la relación. Que te lastimé y me arrepiento de eso, no te merecías que no te diera tu lugar —ella da unos pasos hacia a mí—. Sé que tu intención era terminar conmigo antes que supieras que estaba embarazada, pero dame una segunda oportunidad y te demostraré mi amor con acciones y no solo con palabras. Que puedo ser digna de estar contigo y no dejarte solo cuando más me necesites.

—Me dolió que hayas presentado a otro hombre, que le dieras el lugar que pensaba que tenía. Me duele no ser alguien digno para ti, que lo único que tengo para ofrecerte sea esta casa. Me duele que desperdicies tu tiempo con alguien que lo más probable no seas más que un gobernador de un lejano planeta —confieso abatido. Ella se acerca hacia mí y me sostiene el mentón.

—Tú eres un hombre maravilloso y eso es algo que debes estar orgulloso. Haz hecho cosas maravillosas, créeme que he conocido a hombres exuberantemente ricos y no son ni la cuarta parte de tu humildad, de tus valores, de la forma en la que te preocupas por los demás. Eres maravilloso con o sin una fortuna detrás.

 Ella me abraza y yo a ella. Casi tenemos el mismo tamaño, ella solo por centímetros por debajo. Pero no quiero que me importe ese tipo de cosas, no quiero compararme con ella o con otra criatura del universo. Solo quiero ser yo sin ataduras y sin miedos.

 El momento se corta cuando entra Cedric con cara de susto.

—¿Siguen juntos? Eso no importa —él hace un ademan con la mano mostrando indiferencia—. Tristan, te necesito en los establos. Es urgente.

—¿Está todo bien? —Lina pregunta preocupada.

—Ya vengo ¿sí? Si quieres, puedes ir viendo la habitación de la bebé y la de mi madre —le digo y le beso la frente. Ella me mira confundida, pero Cedric y yo nos vamos fuera de la sala.

—¿De qué bebé hablas y cómo es que Lina y tu madre vivirán aquí? —cuestiona confundido. Ambos salimos de la casa y nos dirigimos a los establos donde los hombres de Bernadette custodian la entrada. Se escuchan varios golpes a un hombre, me adentro a un establo en específico y me encuentro a Bernadette supervisando la golpiza a uno de los hombres en particular de Cedric.

—¿Puedo saber qué está ocurriendo? —pregunto calmado, esto era lo que necesitaba. Supongo que todo está calzando como lo había planeado.

—Este infeliz es un espía del rey Robert —responde Bernadette con asco. Me entrega una carta donde se lee todo el trato que había cerrado con la reina Olena—. Pudimos interceptar esta carta antes que la pudiera enviar.

—Lo que hacen es traición —responde el señor Tadeo todo golpeado.

—¿Qué más le has enviado al rey? —pregunto tranquilo doblando la carta.

—Usted no se merece ser el heredero del rey Robert —escupe un grueso coagulo de sangre.

 Libero un grueso espectro que se introduce en el cuerpo del señor Tadeo. Este se retuerce y los guardias se apartan veloces para que el espectro no los atrape también. Bernadette y Cedric también retroceden. Saco al espectro del cuerpo del espía y este agoniza, el espectro lo observa malicioso esperando que le dé la orden de volver a atacar.

—¿Qué le has enviado al rey? —vuelvo a preguntar sereno.

—Púdrase —Tadeo se intenta levantar, pero le doy permiso al espectro de volver a atacar.

El Ascenso De Un Imperio [III libro de la saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora