Stephan: Una Mujer Resentida.

30 6 0
                                    

Mi señora me encargó una misión un tanto típica considerando que he realizado peores cosas por ella. Examino que hombre me pueda acompañar en dicha misión, tiene que ser sigiloso, inteligente, fuerte y bastante desapercibido, lo suficiente como para no llamar la atención. Tengo en mente algunos, pero tengo que partir hacia mi hermano por cuestiones urgentes de trabajo. Recaudar fondos es tedioso, lidiar con personas inútiles lo odio ¿Por qué me hacen perder el tiempo con sus lamentos? No me interesa sus lamentos o sus lloriqueos.

El viaje transcurre en pasar por las aldeas recolectando los fondos necesarios para el reino. Mi reina tiene razón en angustiarse, es difícil conseguir tanto dinero si la principal fuente está agotada. Es lo mismo en cada aldea, entregan ganado, pieles y una que otra moneda de plata. Llevamos mis hombres así por una semana hasta llegar a la tribu de mi hermano, los pobladores ya saben a qué vinimos y salen corriendo desesperados. Llego al castillo de mi hermano donde bajo de mi caballo y Arem baja enojado de las escaleras.

—Sabes que es tiempo de recolecta —le aclaro cuando llega a mí.

—No es eso —él me abraza—. Gunilda se enojó conmigo.

—¿No la engañaste otra vez? Te defendí la primera, no puedo la segunda —acompaño a mi caballo y mi guardiana a los establos para alimentarlos.

—No es eso. Es que no la he dejado cazar, su grupo sufrió un ataque de varios animales. Solo quiero protegerla —confiesa abatido—. Le he confesado mis temores y aun así es necia.

—Sí, bueno la tienes difícil. Yo también estuviera enojado si me tienen prisionero —le entrego la correa del caballo a un mozo. Arem y yo salimos. Le doy órdenes a mis hombres de custodiar los bienes recolectados.

—Supongo que no te pagaron con plata u oro —Arem comenta serio. Ambos subimos las escaleras que dan a la planta principal de su pequeño castillo.

—No, espero que tú sí pagues cómo es debido —medito un poco mis palabras—. Tengo muchos animales, necesito que tu gente los mate y pique la carne. Se conserva mejor en el frío.

—Claro, pero me tienes que dejar por lo menos tres venados para compensarlo —me niego—. Eres difícil.

—No tienes ni idea —contesto sin emoción. Arem iba a decir algo, pero su mocoso sale corriendo hacia nosotros asustado.

—Padre, padre —el niño intenta hablar, pero está temblando de pánico—. Madre se cayó y no despierta.

Arem sale corriendo con el niño hacia al gran salón, estoy detrás de ellos tranquilo. Estoy tranquilo porque mi hermano no necesita mi pánico, necesita alguien firme en quien sostenerse en los peores momentos. Llegamos al salón donde varias personas intentan despertar a Gunilda, pero ella no despierta. Arem aleja a todos y sostiene a Gunilda, le da leves golpecitos en la mejilla, pero Gunilda no reacciona.

—Gunilda, despierta ¿Sí? —Arem le suplica a su mujer, pero no despierta.

—Revisa si tiene pulso —le ordeno a mi hermano, él me mira asustado, sin embargo, me obedece.

—Tiene pulso —él habla un poco más relajado.

—Levántala, vamos —Arem levanta a Gunilda y me sigue.

—¿A dónde vamos? —pregunta Arem aterrado junto a su hijo.

—¿Tú dónde crees? —comento sarcástico. Salimos a los balcones del castillo donde bajamos los escalones y llegamos a las caballerizas. Saco dos caballos. Arem me entrega a Gunilda y se monta en su caballo. Le entrego a su esposa, me monto en el mío. Arem les da órdenes a sus hombres y salimos disparados del castillo. Saco de mi abrigo una bola transportadora y la tiro delante de nosotros. Aparecemos en la entrada del muro de mi tribu, subimos la ciudad hasta llegar a la entrada del castillo de mi señora. Los guardias me reconocen de inmediato dejándonos entrar a los dos. Cabalgamos lo más rápido que podemos hasta llegar al castillo. Me bajo primero y Arem me entrega a Gunilda. No pierdo ni un minuto y le ordeno a uno de los guardias que busquen a la reina y que la lleven a la torre norte de inmediato.

El Ascenso De Un Imperio [III libro de la saga Dioses Universales]Where stories live. Discover now