Tristan: No Quiero Hablar De Eso.

30 6 0
                                    

Mi padre se había ido con Sol y Taurus a hablar con mi tío Marte. Me pone nervioso lo que pueda ocurrir en esa reunión. Mi padre estaba hecho una furia cuando habló conmigo en mi oficina, no pude defenderme porque no tenía justificación. Ahora tengo que cargar con lo que había hecho y el daño que caerá en las personas que amo.

—¿Por qué tengo que estar aquí? —protesta Luna dejando la ventana atrás.

—Porque tu padre lo ordenó —mi madre le responde condescendiente.

—¿Y exactamente qué pretende que haga? Tengo asuntos importantes que atender en mi reino —replica molesta.

—Lárgate si quieres, porque de todos modos no eres útil aquí —le contesto harto de escucharla.

 Mi madre me reprende.

—Oh, disculpa. Pero mis problemas son mucho más importantes que los tuyos —exclama sínica.

—¡Entonces, lárgate, no te necesito y nunca te necesité! —le grito.

—Ya basta ustedes dos —mi madre nos reprende a los dos.

—Siempre lo defiendes en todo —Luna le recrimina a mi madre.

—Ay, por favor —exclamo enojado—. ¿Qué más quieres? Tienes a toda la familia para que lo hagan y yo no.

—¡Vaya! Pobrecito de ti que vive cagando cada cosa que hace —ella hace un puchero de burla.

—Al menos yo no doy lástima a cada sitio que va —le suelto enfadado—. Pobre Luna, pobre de la hija del rey, vamos a complacer a la princesa en cada capricho estúpido que solicite. Das lástima y ya cansas con la misma cantaleta.

—Eres un imbécil de lo peor, no sé por qué motivo te sacaron de la cárcel. Te veías bien pudriéndote en ese lugar —ella exclama llena de odio.

—Y yo debí haberte dejado sola con esa sombra, no debí haberte ayudado si ibas a ser una maldita desgraciada malagradecida —escupo esas palabras rabioso. Me levanto del sofá para plantarle cara.

—Siempre supe que eras culpable de eso, lo eres y siempre lo serás —ella me mira asesina.

—Lo único de lo que soy culpable es de haberte ayudado a sacar esa sombra —la miro fijo—. Soy culpable por esperar que en algún momento tú comprendieras que nunca haría algo para lastimarte y mucho menos causarte ese dolor. Pero ese es tu maldito problema, no el mío. Si quieres convertirme en el objeto de tu odio, bien, hazlo. Haz lo que quieras, haz todo para sanar, ¡pero a mí déjame en paz!

—Para ti es muy fácil decirlo, para todos es fácil decirlo —ella exclama con lágrimas en los ojos—. Supéralo, no te hizo nada. Supéralo, no duró mucho. Supéralo, ya está muerto. Supéralo, no te violó. No sabes lo que es querer defenderte y no poder hacerlo. Tener a esa basura encima de ti y que te restriegue todo su cuerpo contra el tuyo y no poder hacer nada. Tú no sabes lo que yo pasé ese día y nunca lo sabrás.

—Para tu sorpresa, si lo sé —la miro dolido—. Que tu cuerpo no te pertenezca, la vergüenza de hablarlo, culparte por años por algo que no fue tu culpa. Y vivir en silencio cargando con todo eso como si nunca hubiera pasado. No me digas que no sé lo que pasaste porque no fuiste la única.

 Ella me mira conmocionada.

—¿De qué estás hablando, Tristan? —cuestiona mi madre mirándome fijo. Me quedo en silencio por un corto tiempo sopesando mis palabras.

—Fue hace muchos años —me dirijo hacia la puerta para cerrarla—. Mucho antes de lo de Luna. Yo solo quería conocer el reino, solo quería ver más allá. Sentía una voz que quería seguirla. No sabía que... —me tiembla la voz, me llevo las manos al cabello—... el reino podía ser malo, yo solo quería seguir la voz. Y terminé en un callejón, no entendía nada. Solo sentía que me dolía y que quería volver a casa. Yo no lo quería, no quería hacerlo.

El Ascenso De Un Imperio [III libro de la saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora