03.

7.8K 732 18
                                    

Jungkook se encontraba preparando un café para él y un té para Taehyung debido a que este no soportaba del todo el sabor amargo. No le sorprendió, pero no dijo nada. El chico se encontraba en la cocina sentado en uno de los taburetes que se encontraban frente a la pequeña isla en el lugar.

Jungkook se sentía avergonzado y algo estúpido, había dejado que un completo desconocido lo consolara y viese su lado vulnerable. Simplemente decidió ignorar por completo aquello y hacer como si nunca hubiese pasado.

Sin embargo, Taehyung se encontraba muy curioso por el padre de su tan tierna y amable alumna. Cuando lo vio por primera vez hace unas horas frente al salón al que su hija asistía, no pudo evitar fijarse en su tan atractivo físico y semblante tan serio. Se sintió intimidado por su expresión seria, y su mirada vacía lo entristeció un poco, pero supo que no era mala persona cuando notó que los ojos de Jungkook brillaban al ver a su hija y su expresión cambiaba por completo.

Hizo una hipótesis en su cabeza de que Jungkook era un hombre trabajador, se notaba por lo ocupado que Jihyun le contaba que estaba y por la casa tan espaciosa y moderna en la que vivían.

Taehyung observó la espalda ancha y como los músculos de sus brazos resaltaban por la remera blanca y algo transparente que usaba. Luego notó sus pectorales y supo que no solo era trabajador en su entorno laboral, sino que en el gimnasio. Sonrió de oreja a oreja en cuanto Jungkook le dio su taza con té y le dio un pequeño sorbo.

—¿Y a qué te dedicas? —preguntó el castaño, viendo como Jungkook lo miraba de la misma manera seria y fría que el día anterior en el que se conocieron.

—Trabajo en una empresa de publicidad. Me encargo de... todo —dijo y se sorprendió en cuanto el rostro de Taehyung demostraba lo interesado que estaba por el tema. Para Jungkook, su trabajo era lo más aburrido y menos original del mundo—. Nos encargamos de las revistas, propagandas, etc, de distintas marcas. Soy el jefe del lugar en el que trabajo, hay muchos para cada empresa en el distrito. Además... Lo siento, hablo demasiado.

—¡No! —exclamó el otro, riendo y Jungkook sintió que en cualquier momento arcoíris saldrían de las orejas del otro chico—. Por favor, dime, yo pregunté.

—Ah... no lo sé, es muy aburrido.

—Oh ¿Por qué?

—Es muy repetitivo.

—¿Por qué no prueba algo nuevo?

—... —arrugó las cejas y se apoyó sobre la mesada, mirando al castaño en frente suyo con atención—. Algo nuevo ¿Cómo qué?

—No sé, pueden intentar cosas que nunca intentaron.

—Ja —chasqueó la lengua.

Por lo general, Jungkook era totalmente neutro de lo que sucedía en el trabajo. Nunca se quejaba y tampoco hacía algo para cambiar el ritmo en el que trabajaba para hacerlo más entretenido. Simplemente se despertaba, dejaba a su hija con la niñera, trabajaba, regresaba, cuidaba a su hija y dormía. Todos los días eran iguales.

—Y... ¿Qué haces en tu tiempo libre? —preguntó Taehyung y Jungkook dejó salir una risa ronca, sarcástica y malhumorada.

—No tengo tiempo libre, Taehyung.

—Aish ¿Siempre eres igual? —preguntó el castaño y Jungkook lo miró, alzando una ceja y cruzándose de brazos—. Siempre hay tiempo libre ¿Nunca tuviste diez minutos libres? ¿Qué haces en el almuerzo?

—Nada.

—Pues mientras almuerzas puedes leer un libro ¿Qué haces mientras cocinas?

—Nada.

—¡Pues, no sé, canta!

—No me gusta cantar.

—A todo el mundo le gusta cantar —respondió Taehyung, soltando una risa bastante aguda que logró irritar a Jungkook.

—¿Siempre eres así con desconocidos?

—¿Así como?

—No eres nadie para decirme lo que me estás diciendo.

Taehyung suspiró y se acercó, apoyando sus codos en el mármol.

—Estoy siendo amable, Jungkook, podrías intentar ¿Sabes?

—Yo soy amable, simplemente no soy... así.

—Eres demasiado negativo.

—No soy negativo, no me conoces.

—Pues lo único que has hecho desde que estoy es... —hizo una mueca—. bla, bla, bla, bla.

Jungkook sonrió y bajó la mirada.

—¡Ahí está! Es muy fácil ¿Lo ves? —exclamó el castaño, haciendo que Jungkook lo mirara.

—¿Qué cosa?

—Sonreír, tiene una sonrisa maravillosa —dijo Taehyung y el pelinegro abrió mucho los ojos, sintiendo un ligero calor ocupar su rostro.

—Gracias ¿Y qué haces tú en tu tiempo libre? —preguntó, volviendo a su semblante serio.

—Me gusta mucho pintar y cantar —sonrió.

Jungkook se preguntaba si no le dolía la cara de tanto sonreír.

—¿Vives cerca de aquí?

—Sip. Te paras en frente de la heladería, para allá —dijo, señalando hacia la derecha—. Vivo en un departamento justo al lado de la casa rosa.

—Que horror, una casa rosa —se quejó y Taehyung negó con su cabeza.

—Es linda.

—Seguro —Jungkook asintió y dejó la taza ya vacía de café en el lavabo.

—Bueno, ya me voy —habló Taehyung y bajó del taburete.

Ambos fueron hacia la puerta y se detuvieron justo frente a ésta. Taehyung lo observó y sonrió, tomó la mano de Jungkook y con una lapicera escribió en ésta.

—Mi número —dijo y Jungkook abrió la boca de par en par, atónito debido al acto tan sinvergüenza del contrario.

—¿De dónde sacaste la lapicera?

—Estaba en una mesa. Ten —sonrió y la extendió—. Adiós, Jungkook, mándale un beso a Jihyun ¡Diviértete en tu vida tan alocada! —exclamó mientras se alejaba.

Jungkook se apoyó en la puerta, observando como el chico se alejaba. Incluso caminaba como si estuviese teniendo el mejor momento de su vida. Vio como Taehyung frenaba para acariciar a un perrito de la calle y sonrió de forma cálida, mordiendo su labio inferior.

Nunca había conocido a alguien con una personalidad tan molesta, pero tampoco había conocido a alguien que le provocase tanto interés y calidez con una simple sonrisa.

Se sentía irreal.

Daddy's fear.Where stories live. Discover now