CAPITULO 35

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HENRY

Azoto la puerta del baño cuando entro, cepillo mis dientes con fuerza, tanta que podría sangrar de las encías, pero es que no resisto más, pareciera que estoy en abstinencia.

Verla y no tocarla me tiene mal.

Estos quince días han sido los peores, siento que han pasado años desde que todo se acabo con Adelaida, la veo y tengo que resistirme a abalanzarme sobre ella y es extraño por que lo que más extraño de ella no es el sexo si no su persona.

Estar con ella, hablar, reír, verla contarme sobre sus cosas con mucha emoción y que ambos nos escuchamos así sea la cosa más absurda de lo que estemos hablando, la necesito, la necesito de verdad.

Salgo del baño y me acuesto en mi lado de la cama, me duele la cabeza así que de mi mesita de noche saco una pastilla, cierro el cajón con fuerza y luego bebo la pastilla con el agua que tengo sobre la mesita.

—¿Se puede saber que te sucede?— inquiere Diana con ese tono de voz que me molesta.

—Nada— le doy la espalda y apago mi lampara.

—Pues no parece, tienes días de mal humor y ni hablar de tu fuerza bruta, a este paso tumbaras todas las puertas de la casa— ruedo los ojos.

—Pues mando a que las pongan y ya.

—Enserio estas insoportable, y la del problema se supone que soy yo— cierro los ojos.

—Aja, como sea, guarda silencio que quiero dormir.

—¿Disculpa?— suelto un suspiro.

—Lo lamento— me giro para mirarla —He tenido dias difíciles en el trabajo.

—Pues no te desquites conmigo— apaga su lampara.

—Lo lamento.

—Hasta mañana— me da la espalda.

Retengo mi bufido y también le doy la espalda.

En la mañana me levanto más temprano de lo normal como siempre estos días, Diana sigue dormida así que me visto y bajo a desayunar en paz, al terminar vuelvo a subir para lavarme los dientes y me voy a la empresa.

Al llegar todo está solo, subo a mi oficina, bajo las persianas y me siento detrás de mi escritorio.

No se cuanto tiempo pasa ni si las personas ya empezaron a llegar, solo me la paso pensando en los días felices que pase con mi secretario.

La extraño, la extraño mucho.

Miro la hora en mi reloj, sin las ocho y media, tomo el teléfono fijo y llamo a Adelaida.

—Dígame señor— su dulce voz cala en mis oídos.

—Dile a Miranda que le diga a Gabriel que venga a mi oficina por favor.

—Claro— cuelga.

Es así desde que termino, ya no viene a darme los buenos días y mucho menos a preguntar si necesito algo, solo si es importante entra aquí.

Me enderezo en mi lugar cuando Gabriel entra, camina hasta mi escritorio y se queda de pie, esta raro, actúa como ansioso desde hace días.

—Siéntate— se sienta —Necesito un trago o dos y a mi amigo esta noche.

—Si bueno no creo tener tiempo es que Marisa...

—Vamos, siempre puedes— aprieta los labios —Te necesito hermano, necesito hablar con alguien o voy a morirme.

—Tal vez necesites más a Ben que a mi si quieres hablar de lo que estoy pensando— murmura.

—Bueno también pero tú eres mi amigo igual, puedo contarte y no puedo esperar a que Ben venga de New York— desvía la mirada.

My Boss | Henry Cavill Where stories live. Discover now