XI

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Yo sufriré
sin piedad
y mi boca dirá
mi pecado imperdonable.

Maldito aquel día
que caí en la tentación,
aquella que provocó
que yo recibiera la condena capital.

Fuego castigador
fuego torturador, por favor, perdóname.
¡Oh, Señor todopoderoso!,
¡Oh, Dios misericordioso!,
ten piedad de esta egena alma
que ha seído profanada
por las tentaciones deste mundo.

Yo moriré
estando sola
y mis ojos se secarán
de tantas lácrimas
que derramaré.

Bendito quién me provocó
estas falsas acusaciones
que por culpa de ellas
mi alma se quemará.

¡Oh, Señor altísimo!
por favor, yo te lo ruego,
que me quites estas cadenas.

Yo te lo juro
que seguiré tu camino
y así poder entrar à la salvación
y conocer el Edén.

Por favor, escuchad mis plegarias
por favor, Señor,
escuchadme mientras oro
en las noches de frígida obscuridad
y estando encerrada
en la cárcel deste cruel infierno.

Poemario II, Saudade anheladaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن