LXVII

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Una vez imaginé que volvías,
me he alegrado profundamente,
mientras pensaba en lo más bello de la vida,
pero cuando he despertado,
sólo encontré la medésima triste soledad,
esperándome en aquel rincón donde antes me moría,
preparada para burlarse de mí y mi agonía.

No hay nada que pueda hacerme sonreír
desde tu inoportuna partida,
nunca había imaginado quan doloroso
sería el sentir morir à mi propio cor.

Ahora que entiendo que no existe
sentimiento más obscuro
que el de aquella persona
que no volverá más à tu lado.

¿Para qué sonreír si tú ya no estás?,
¿para qué tener fe si la perdí cuando Dios me olvidó?,
¿para qué amarme si desde que te fuiste
el único sentimiento que tengo es odio hacia mí?,
imposible es tratar de sentir alegría y salir deste abiso.

Ya lo he dicho anteriormente,
pero ya olvidé cómo sonreír
y hasta el cómo llorar,
ya que mis lágrimas se han desvanecido
à causa de tu ausencia.

Tuve aquella certeza
de que ya no hay un camino hacia atrás,
oigo tu voz en la distancia,
pero las palabras se van difuminando y opacando.

Tu rostro se me ha olvidado,
no recuerdo quasi nada de ti,
sólo sé que te extraño mucho,
por favor, Michelle, vuelve à mí.

Poemario II, Saudade anheladaWhere stories live. Discover now