Plegaria

4 0 0
                                    

Padre nuestro que está en cielo,
por favor, recuerde mi nombre,
soy aquel niño parvo e indefenso,
que en su momento más triste,
pidió y rezó por vuestro benigno abrigo.

Ayúdeme, no lo soporto más,
agonizando está mi corazón marchito
que no puede escuchar lo sacro de su voz.

Venga à mí todas vuestras desdichas,
ya que mi ser se adapta à quemarropa.
Mi fe desleal depreca clemencia y gracia,
pero al final obtuvo lo opuesto:
Más dolor, tragedias y falacias.

Hágase vuestra voluntad
y atormenta la mía egena alma,
ya no importa, la perdí hace tiempo,
haciendo un trato para recuperar mi calma.

Perdona por no creer en su existencia,
ya que no habéis hecho nada por el mundo,
el mismo que cada día como mi vida
se hunde más en la perpetua desgracia.

No me dejes ir al Reino de los Cielos,
no tengo derecho ni de pisarlo,
soy sólo una pobre alma en pena,
cuyo único propósito es morir en la hoguera.

Este fue mi intento de oración
à aquel ser benévolo que nunca supo
del mío lamentable existir.

Poemario II, Saudade anheladaWhere stories live. Discover now