Pobre alma mía

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Pobre la mía alma,
atada y amordazada,
creo que no será salvada,
pobre la mía alma.

Encarcelada y fuscada está
lo que una vez fue mi esperanza,
tanto tiempo sin amor,
que su luz se fue extinguiendo.

Mis risas de alegría desaparecieron,
fueron substituidas por gritos de dolor,
aquéllos que salían de mi habitación,
pidiendo desesperamente ayuda y salvación.

Se me olvidó lo qué es soñar,
desde que usurparon la mía inocencia,
mi vida quedó marcada para la tragedia
y las mías alas fueron cercenadas.

Las lácrimas que brotan de mis ojos
ya me pesan demasiado,
porque supliqué tanto por ser salvado.

Pobre la mía alma,
destrozada y sin vida,
ya no yacen recuerdos felices,
ahora sólo tristezas y colores grises.

El sufrimiento y la agonía
fueron mis nuevas directrices,
las súplicas que hacía día à día
terminaron por fallecer.

La flor de mi juventud
fue segada por el demonio,
él se reía en la mía cara,
porque la mía alma
ahora está deslustrada.

Poemario II, Saudade anheladaWhere stories live. Discover now