XXXIX

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Sin querer voy entrando
lerdamente en un túnel obscuro
y sinceramente quisiera detenerme,
pero es simplemente imposible.

Allá por la lejanía veo la salida,
pero fuerzas no me quedan,
quiero correr hacia ahí,
me esfuerzo, pero todo es en vano
y cada vez veo más lejos aquella luz.

¿Mi temor más grande?
Perder el juicio en el juicio de mi vida
y caer en la presumible insania.

Estoy consciente del sufrimiento
de los que sufren à mi alrededor
y ese martirio me produce
una aflicción, la qual se regocija
en clavar su daga en el mio cor.

Es que no es cuestión de voluntad,
no quiero estar en este estado
y me duelen más las miradas
de acusación que todos hacen,
ésas que sin hablar te dicen:
«Sólo quiere atención, es culpa suya».

He de confesar que me planteé
la posibilidad de suicidarme,
de poner fin à esta depresión
que me ahoga poco à poco.

Poemario II, Saudade anheladaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz