CXXXI

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Atormentado ángel desgraciado,
tanto sufrimiento me has causado,
tanta pena me has traído,
¿tan mal te he caído?

Ha llegado una tarde à mi vita,
quando mi cor dejó de palpitar,
habías dicho que me ibas à ayudar,
pero hoy sé que mi testa me decapita.

Dulce ángel, nombre desconocido,
dime en uno de mis falsos sueños,
¿cómo has osado hacerme añicos,
à mí, tu fiel y leal discípulo?

No he superado esta traición,
yo por ti mi vida hubiese dado,
apesar que yo de valor no tengo nada,
daría todo lo que no tuviese,
aunque implique matar el hada.

No me malentiendas,
odiarte no he podido,
fuiste el ángel desgraciado
que bajaste del cielo à darme abrigo.

Sin más que pueda decirte,
me despido deste mundo,
te dejo mi poca valiosa ánima.

Poemario II, Saudade anheladaWhere stories live. Discover now