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Me levanté del suelo, mis piernas me temblaban, mi respiración estaba más tranquila, mis ojos estaban clavados en sus ojos.

-Quedate conmigo, escúchame.
-Si... Lo intento.
-Esta bien, ven -me abrazó, luego acarició mi cabello-.
-No te vayas así... No te vayas nunca -lo abracé más fuerte-.
-No lo haré, mírame, aquí estoy -tomó mi rostro con sus manos-.
-Se sintió tan real... El miedo.
-Lo sé...
-No lo vuelvas hacer -dejé mis manos sobre sus muñecas mientras acariciaba mis mejillas con sus pulgares-.
-Lo prometo, yo te prometo...
-No lo digas, no cumples con tu promesas, mejor no lo arruines -me estaba por quitar pero no me dejó-.
-Escuchame, te prometo esto. Nunca me voy a ir así, nunca me voy a ir así, no voy a volver a dejarte así, y esto lo voy a cumplir.
-Pero te vas a ir, no me prometes quedarte por siempre -me separé de él-.
-Sabes que no puedo prometer eso... Soporto estar aquí por qué se que...
-Porque te vas a ir, lo sé -pase mis manos por mi cabello-.
-No puedo vivir así, escondido toda la vida, por eso escape.
-Ya cállate, lo sé -cerré los ojos-.
-Yo... No hablemos de eso ahora, ve a la cama.
-No, debo salir de aquí -caminé al perchero-.
-No, no, que haces? -se atravesó en mi camino-.
-Neal, déjame tomar mi chaqueta, voy a salir de aquí, necesito aire -lo esquivé-.
-No, habla conmigo -puso sus manos en mis hombros-.
-No, déjame -lo alejé y tomé mi chaqueta, y salí por la puerta-.

Baje las escaleras, tomé las llaves y salí por la puerta de la casa, luego cerré. Mis ojos estaban en la calle, un par de carros están en la calle, también un par de parejas estaban paseando, me aferré a mi chaqueta y empecé a caminar, el clima estaba bastante frío, mis llaves las dejé en mis bolsillos. Con mis manos temblorosas abotoné mi chaqueta, caminé sin rumbo, la ciudad estaba algo oscura, los negocios estaban cerrados, mire un semáforo, estaba en rojo, luego cambio a amarillo, luego a verde, esperé unos segundos y volvió a rojo, luego amarillo y luego verde. La verdad perdí la cuenta de cuantas veces mire ese semáforo, ahí, parada, sin alma en el cuerpo, todo en cámara lenta, la gente cruzaba la calle cuando el semáforo estaba en verde, luego los carros cuando marcaba el rojo. Mi nariz están muy fría, mis manos heladas, ya había varios copos de nieve en mi cabeza, hombros, cabello, tenía mucho tiempo parada ahí, era hipnótico, mis ojos no podían apartar la vista, giré mi cabeza al sentir un toque en mi hombro.

-Llevas mucho tiempo aquí... Parada...  -giré mi cabeza, estaba el con una gorra tapándole el rostro y una chaqueta muy grande-.
-Que haces aquí? -lo tomé del brazo y mire a los lados-.
-Llevas casi media hora aquí, y nadie me ha visto -Me tomó de los hombros-.
-Debes ir a casa.
-No sin ti, cuando cruzaste esa puerta fuí detrás de ti, solo que no pensaste que lo haría.
-No debes estar aquí, no debes salir.
-Quien me preocupa eres tú -tomó mi barbilla para mirarlo-.
-Vamonos -me liberé de sus manos-.

Caminé en silencio hasta casa, mi respiración agitada me delataba, en varias ocasiones tuve que desaserme de varias lágrimas, abrí la puerta y entramos.

Puntos Suspensivos.Where stories live. Discover now