Capítulo 5

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Vittorio

Lanzo un amplio bostezo, mientras abro mi casillero de la universidad. Para ser que estamos casi en verano, yo, como es usual, tengo puesto mi hoodie negra favorita, con la capucha cubriéndome la cabeza, llevo unos lentes de sol y la mochila colgando al hombro. Lo unico que me mantiene atado a este mundo, es el calor que siento en la mano, al estar está abrazando el vaso de café, llenando todo mi cuerpo de una cálida sensación reconfortante. La persona que inventó la cafeína de seguro tiene un lugar al lado de Dios, allí en el cielo.

Anoche no pude pegar ojo. No hacía más que dar vueltas en la cama, sin conseguir conciliar el sueño, sin importar en que posición me pusiera. Por lo que evidentemente está mañana desperté con la sensación de que no duermo hace una semana. Y es ahí cuando la cafeína viene a mi rescate. Es lo que hace que ahora mismo este en pie, y que el cerebro no entre en paro, exigiendo las horas de sueño que le debo.

Me sobresalto cuando toman el borde de la capucha y la llevan hacia atrás, quitándomela. Giro mi cabeza y veo a Beth a mi lado, observándome con reproche y sus brazos cruzados. Me quito los auriculares y los lenes de sol, metiéndolos dentro del casillero abierto. La miro.

- ¿Aún tienes más para decir? - pregunto.

- Te deje unos 10 mensajes y no respondiste ninguno. - dice molesta. - Teníamos que terminar el informe del seminario, habíamos quedado reunirnos hoy más temprano. Tuve que terminarlo sola y agradece que soy lo suficientemente buena como para haber agregado tú nombre de todos modos.

Apoyo mi frente contra el casillo. - Lo olvide completamente.. - giro mi cabeza hacia ella. - Cuando lo siento. Te debo una grande.

- Al menos hubieras tenido la decencia de responder mis mensajes y no dejarme aguardando como una idiota. - sigue diciendo, con su ceño fruncido. - Eso es lo que más me encabrono.

- No es por justificarme, pero con honestidad, ni siquiera se dónde fue a para mi celular. - respondo, deslizando mi mano por mi cabello. - Intente llamarme con el de Bass, pero después recordé que siempre lo tengo en silencio, así que fue una búsqueda inútil de 10 minutos.

Niega. - ¿Cómo es que aún conservas la cabeza sobre tu cuello? - pregunta con preocupación en su mirada café.

- Esa es una gran pregunta. - digo. - Cuando tengas la respuesta me la dices, que también tengo curiosidad.

Mi amigo pasa caminando al lado nuestro. Bass posa su mirada en Beth, y por ultimo en mi, para luego apartarla rapidamente y seguir de largo con velocidad.

- ¿Y a este que rayos le sucede? - pregunta Beth extrañada, al ver como se aleja como si fuera una bomba a punto de hacer explosión.

- Cree que por ser amigo mío terminara atado en el maletero de algún auto. - respondo. Abro mi mochila y comienzo a meter mis libros dentro del casillero.

Se gira hacia mi instintivamente. - ¿Y por qué piensa eso? - frunce el ceño confundida.

- Porque dice que vendrán a por mi.

- ¿Qué vendrán a por ti? - pregunta sin entender.

- Por lo de anoche. - respondo, restándole importancia, encogiéndome de hombros.

- ¿¡Y lo dices así de tranquilo!? - exclama con preocupación.

La miro. - ¿Por qué piensan que alguien como él se va a tomar el tiempo y la molestia de venir por un tonto que conoció una noche?

- ¡Porque fuiste lo suficientemente tonto como para enfrentarlo! - exclama, abriendo ampliamente sus ojos.

- No lo enfrente, solo le dije que se disculpara. - le corrijo. - Luego de que me lanzará a su perro y este rompiera mi cámara. - hago una pausa, pensativo. - Que ahora que lo pienso, esa era de mi padre. Él si que va a meterme en el maletero de su auto cuando se enteré que su cámara favorita ahora es un montón de escombros.

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora