Capítulo 44

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Vittorio

La celebración es en uno de los tantos espacios verdes que rodean la enorme propiedad del jardín. Las sillas blancas están ubicadas una al lado de la otra, en cada extremo del pasillo que divide. Un hermoso arco de flores aguarda al final, dónde dentro de poco los dos novios se van a parar frente a toda su familia y amigos. 

Me quedé sentado en el asiento en el que me ubicaron los chicos antes de que ellos se dirigieran hacia adelante, al costado del altar. Al otro lado distinguí al hermano menor de Amir, junto con otros tres muchachos, que supuse deben ser amigos suyos. 

En la fila solo estoy yo, en el primer asiento, los demás se encuentran aún desocupados. Giro mi cabeza al oír unas voces a mi lado y veo a un grupo de personas acercándose y sentándose en los asientos junto a mi. 

- Es increíble que siempre llegamos tarde a todos lados porque nunca sepas que ponerte. - se queja uno de los hombres, una vez que ya está sentado. 

- Discúlpame por no dejar al azar algo tan importante como mi apariencia. - replica el hombre que se sienta a mi lado. 

- No podías decidirte cual de los dos pares de zapatos ponerte, ¡eran iguales! - se queja una mujer rubia, en el tercer asiento después de mi. 

- ¡Claro que no! Unos eran de charol y los otros más opacos. 

- ¡Eran iguales! - exclaman entre dientes, mirándolo con fastidio. 

- ¡Para ustedes que no tienen sentido de la estética! 

- Niños, dejen de pelear. - los regaña otra voz femenina, que al verla enseguida reconozco esos ojos celestes tan característicos de los Marshall. 

Es Arwen, su tía de la que tanto hablan. Ese día que fue la fiesta en la casa de Izan me basto tan solo un segundo para verla y que se me congelara la sangre. Nunca había conocido a alguien que infundiera tanto respeto, y temor. Su postura, su forma de caminar adueñándose del lugar que la rodea, su mirada. Todos a su lado quedan diminutos, inclusivo su sobrino predilecto, quien la miraba con una admiración que logro conmoverme. "Que mujer", fue el primer pensamiento que me invadió. Y teniéndola más de cerca lo sigo sosteniendo. 

Posa su mirada en mi, y se percata que la estoy observando. Me dedica una sonrisa, tan encantadora como la de sus sobrinos. Es maravilloso la capacidad que tiene está familia de darte un miedo que te cagas, y a la vez lanzarte una sonrisa de esas y querer darles hasta tú alma.

- ¡Hola! Eres el amigo de mis sobrinos, ¿verdad? 

- Si, Vittorio. - respondo, recuperando el habla. 

- Vittorio. - repite. - Que bueno verte de nuevo. - me sonríe una vez más y se vuelve para hablar con su esposo, quien está a su lado y enseguida se le forma una sonrisa cuando empieza a hablarle.

Otro hombre que se muere por su Marshall. - pienso. 

El hombre que está a mi lado me extiende su mano con una enorme sonrisa amigable. - Lo lamento, hemos sido descortés en no saludar. - La tomo y se la estrecho. - ¿También eres parte del clan joven? - me pregunta una vez que la suelto. 

- Eh, no... solo... somos amigos... - respondo, sin saber bien que decir. 

- Que raro, solemos ser bastantes cerrados con los extraños. - comenta el otro hombre que está a su lado, observándome con curiosidad. - ¿O te acuestas con alguno de ellos? - pregunta extrañado. - Porque esa es una forma de saltarte la burocracia. 

- Nikolai. - lo regaña el hombre, poniendo los ojos en blanco. Me mira. - No le hagas caso a mi hermano. Es bueno ver caras nuevas. ¿Y que haces entonces si no estás en el clan? 

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora