Capítulo 12

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Vittorio

Las rejas del portón se abren y el auto entra, conduciendo a lo largo del sendero asfaltado, por todo el jardín que rodea la propiedad. Se detiene al llegar al frente de una enorme y lujosa casa antigua, pero bien cuidada, que se encuentra por detrás de ese gran muro de concreto y lleno de guardias. Creo que ni casa presidencial cuenta con tanta seguridad. Este lugar debe ser impenetrable. Tanto para entrar, como para salir. De solo verlo ya me puedo sentir sofocado. 

Bajamos y los dos hermanos me toman uno de cada brazo con fuerza, mientras nos encaminamos hacia la puerta. Kirian queda apoyado, junto a la camioneta. Lastima, es el que me da más tranquilidad. 

- No necesitan agarrarme así, ya se que soy un prisionero, pero no voy a escapar. - digo. 

- Contigo nunca se sabe, Vittorito. - responde Novak. - Además, eres nuestro... invitado. Queda mejor que prisionero. ¿No te parece? 

- ¿Quieres que repasemos la diferencias gramaticales entre una palabra y la otra? Empezaremos por su significado. - comento. Él ríe. 

- Tú te metiste en esto. - menciona Astor serio, sosteniéndome del otro lado. - Las dos veces. 

Frunzo el seño. - Hay algo que se llama libertad de expresión. - continúo hablando, algo molesto. - No estamos en un régimen de totalitarismo. 

- De hecho si, e Izan es la cabeza de eso. - replica el menor. - Y parece que tú recién te enteras. ¿Antes vivías en una burbuja? 

- Oh, lo siento. Es que pensé que esa ideología se había acabado con Adolf Hitler. - comento con sarcasmo. 

- Tampoco exageres. Si no te metes con Izan, él no se mete contigo. - sigue Astor. - Sigues las ordenes y las reglas, y todo irá bien. Es sencillo. 

Miro a Novak, extrañado. - ¿Les lavan el cerebro a ustedes? 

Menea la cabeza. - Yo le llamaría... "amor de hermanos"

- Con que eso que dicen que el amor es ciego, es verdad, eh. 

Seguimos caminando por los pasillos de la casa, hasta que llegamos a la zona que reconozco de la ultima vez. Se puede ver una larga mesa de madera maciza, con sillas a su alrededor, encabezando una en la punta, que no es difícil deducir quien ocupa ese puesto. Encima hay varios papeles, además de vasos de cristal, y botellas de bebidas. Hay una chimenea, que para mi sorpresa se encuentra encendida, pesé a la época del año en la que estamos. Aunque este lugar es bastante frío y corre cierta brisa. puede ver también una mesa de billar, más a lo lejos. 

Y allí lo veo a él. Parado en el medio de la sala, con esa mirada tan peculiar clavada en mi, con firmeza. Ahora si que parece cabreado, más que la ultima vez. Aunque con él, es difícil deducirlo, puede que tan solo no haya podido ir al baño tranquilo, y sentarse en el retrete a jugar con su celular. Tiene el seño fruncido, y está cruzado de brazos. Puedo notar que su nariz aún se encuentra algo hinchada, luego del golpe que le di. Como es usual, está todo vestido de negro, lo que hace que su presencia de alguna forma impacte más. Yo diría que combina con esa alma oscura que tiene. 

Nos detenemos al quedar frente suyo. Como es ya costumbre, mi corazón empieza a latir con fuerza, sin embargo me trago todos mis nervios, miedos e inseguridades, y le sostengo la mirada, también viéndolo directo, sin pestañar. Tengo que mostrar entereza, al menos por fuera, solo de esa forma puedo tener una mínima oportunidad para salir de está, vivo. Otra vez. 

- Dime algo... - comienza a decir con esa voz áspera y ronca, que logra paralizarme desde el primer momento que la oí, hace tan solo unas noches atrás, pero que a a mi me parece de más tiempo. - ¿Alguna vez pensaste en tus últimas palabras? Porque creo que deberías de empezar a decirlas.

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Where stories live. Discover now