Capítulo 4

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Izan

Es tarde en la madrugada cuando toco su puerta, después de salir del club. La gente normal a estás horas suele estar ya durmiendo, pero se que está despierto, lo conozco demasiado bien. Siempre ha sido alguien nocturno.

Tiene mucho en esa cabeza, por lo que siempre le está funcionando, intentando procesar todos los pensamientos que se le abarrotan dentro. Antes solía acallar todo con el alcohol o fumando hierba, hasta que hace unos años atrás le sugerí que por que no los escribía. Y comenzó a hacerlo. Así que su casa suele estar llena de papeles por todos lados. Es extraño, porque en ese desorden, hay cierta clase de orden, que lo hace ser él en esencia.

La puerta se abre, recibiéndome con esa sonrisa vivaracha, tan suya, que desaparece al segundo de que se percata que soy yo.

- ¿Debería tomármelo personal y ofenderme? - digo, apoyado en el marco.

Lanza un suspiro pesado y abre más, para darme paso. Entro y me giro hacía él. Me mira expectante, con esos ojos tan oscuros. Lo observo. Lleva una de esas largas batas de seda, que tanto le gustan, y en su mano tiene un vaso lleno de whisky. Pese a que lleva su cabello canoso corto, lo tiene un tanto despeinado, señal que refleja la hora que es. Su rostro está cubierto por una barba, que lo hace parecer más joven y aún más atractivo de lo que siempre lo he encontrado.

- ¿Qué haces aquí, Izan? - pregunta serio.

- Quería verte. - respondo, sin rodeos.

- Creí que ya habíamos hablado de eso. En más de una ocasión.

- Ya lo sé. - menciono firme. - Como también se que no puedes resistirte a mi. - agrego con picardía.

Lanza una risa. - Los Marshall y su arrogancia.

Me encojo de hombros. - Es nuestro encanto distintivo.

- Eso lo tengo bien claro. - hace una pausa, observándome pensativo. - ¿Ah pasado algo?

Si. Puede que tan solo en un momento de la noche me haya agarrado ese golpe de nostalgia, y me invadió ese sentimiento de soledad, y me haya sentido sofocado. Lo que acostumbra a llevarme a hacer cosas sin pensarlas demasiado. Como por ejemplo, haberme desviado del trayecto a mi casa, conduciendo hasta aquí y así terminar tocando a su puerta.

- No. - niego rotundo. - ¿Por qué preguntas?

- Siempre te apareces cuando algo te agobia por demás y necesitas pensar en otra cosa.

- Ya te lo dije, solo quería verte. - reitero. - Y follar, claro. - agrego, ante la mirada no muy convencida suya.

Eso segundo no está tan alejado de convertirse en el motivo principal. Quiero sexo y él consigue excitarme como nadie.

- No se si es sano que tengas una dependencia afectiva conmigo.

- ¡No es una dependencia afectiva! - exclamo molesto, frunciendo el seño.

Sonríe. - Creo que si hay algo que me calienta más que la arrogancia de los Marshall, es la facilidad con la que se encienden.

- Tú podrías tener tu propio Marshall personal, pero nunca quisiste cuando te lo ofrecí. - bromeo, pero mi tono de voz me falla, sonando ofendido.

- No me pareció justo monopolizarte, cuando yo no soy partidario de esa practica.

- Nunca hablamos de monopolizar.

- Te conozco, Izan. - dice. - Demasiado bien para mi gusto. - sigue. - Nada valoras más que la lealtad. Tú eres hombre de una sola persona.

- Y eso para ti no es suficiente...

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Where stories live. Discover now