Epílogo

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Vittorio

Estoy sentado a horcajadas sobre él, quién está sentado en la cama. Con sus manos acaricia mi cuerpo y mi torso, yo con las mías deslizo mis dedos por su cabello, llevándoselo hacia atrás, para ver su bello rostro. Jadeamos a la par, mientras sigue con su miembro dentro de mi. 

Atrapo sus labios con los míos. Con mis manos aún en su cabello, y él con las suyas en mis caderas, moviéndome para hacer fricción. Me inclino con mi torso para atrás, llevando mi cabeza, cuando el placer se apodera de todo mi cuerpo. Lanzamos un suspiro de excitación. Y los dos caemos de espalda al colchón. 

Nuestros hombros se tocan, y entrelazamos nuestras piernas. Toma mi mano y la acerca a sus labios, dejando un beso.

Continuamos con la respiración entrecortada, compartiendo el silencio, y sintiéndome que me elevo por los aires de la felicidad. Así es como me hace sentir desde que entro en mi vida. 

El sonido de la alarma corta el ambiente. La apaga con fastidio.  

- Odio ese maldito sonido. - se queja. - Es una tortura. - me rodea con sus brazos, abrazándome y acercándome más a él. Me aferro a su cuerpo, apoyando mi cabeza en su pecho.

Me siento tan a salvo entre sus brazos, inhalando su aroma y sintiendo los latidos de su corazón.

Nos quedamos así por unos minutos, hasta que vuelva a sonar la alarma, por lo que exclama irritado.

Río y dejo un beso en su mandíbula. - Ve, que se te hará tarde y luego te alteras porque no llegas a tiempo, porque eres señor puntualidad.

Lanza otro quejido, pero se levanta. Comienza a buscar su ropa para vestirse. 

- Por cierto, tienes todo el día para pensar a dónde quieres que vayamos. - comenta, cambiándose. 

- No me gusta celebrar mi cumpleaños.- digo, sentándome. - No quiero hacer nada. 

- ¿Qué? ¿Por qué no? - pregunta extrañado. 

- Todos los años tenemos la misma conversación. No lo seguiré repitiendo. 

- Amor. - apoya las manos en la cama e inclina su cuerpo para delante, acercando su rostro al mío. - No te daré una fiesta sorpresa repleta de personas, ni te mandare un mariachi, mucho menos te haré pasar verguenza haciendo que todos canten el "feliz cumpleaños." Tan solo iremos a cenar a cualquier lugar que tú elijas, y regresaremos al departamento a comer el pastel que te encargue. - me sonríe travieso. - Tú favorito. Y nos dormiremos atragantados de tanto comer... - queda pensativo. - Y de tanto tener sexo. 

- No se por que te empeñas tanto en celebrarlo. Ni siquiera es el tuyo. - replico.

- A mi me interesa festejar el día que tú naciste, porque celebro tú existencia. - dice. - ¿Tú no celebras la mía? 

- Más que a nada. - respondo. 

Sonríe con satisfacción. - ¿Ves? Cuando sea el mío tú podrás atormentarme todo lo que quieras, y no podre quejarme. - continúa vistiéndose, con ropa abrigada ya que comenzó el frío. 

Lleva un tapado largo, una tupida bufanda de lana que le tejió su madre (y a mi una igual, solo que de otro color), y un gorro. Luce adorable y muy apretujable así abrigado. Me dan tantas ganas de abrazarlo con fuerza y nunca soltarlo. 

Si, muero de amor por mi novio. Me tiene tan enamorado. Con él si que caí fuerte. 

- Tú siempre consigues todo lo que quieres ¿eh? - comento divertido. 

- Pues claro. Te quería a ti, y aquí te tengo. - menciona pícaro. 

Río. - Bien. Tú ganas.  

- Ese ese mi hombre. - lleva una mano a mi rostro, acariciando mi mejilla con el pulgar y deja un beso en mis labios. - Nos vemos luego. Te amo. - se apresura a tomar sus cosas y a salir de la habitación. 

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora