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El Reino de Alzia, era más que un amplio territorio que abarcaba gran parte del continente. Lo conocían como el "Reinado del Sol" debido a que en su gran extensión siempre estaba presente el sol en alguna región. No sólo contaba de altas montañas plagadas de frondosos bosques y valles, los prados contenían flora que sorprendía a cualquier visitante y amplios lagos en los que el mismo paisaje de alrededor satisfacía al observador. En la boca de los habitantes se hablaba de las playas que se perdían de vista de lo grandes que eran y lo gratificantes que llegaban a ser en las épocas calurosas...pero qué iba a saber yo, no había salido de mi región, mis pies no habían traspasado los frondosos bosques del noroeste, ni siquiera había logrado patear las calles de la capital a tan solo un par de kilómetros de mi cabaña. Me bastaba con ver aquel enorme castillo sobre la montaña, ver sus altas torres y blancas murallas.

Recogí el pequeño cuenco de madera repleto de semillas de arándanos , los que había desayunado hacía menos de cinco minutos. Era consciente de que me tocaría ir a por más frutos en cuanto mi padre entrara por la puerta; pero igualmente había disfrutado cada arándano.

Sólo mi familia y yo sabíamos como adentrarnos en aquellos oscuros bosques y salir sin ninguna dificultad o rasguño alguno; al fin y al cabo nuestra casa estaba en lo más profundo, entre árboles y rocas; casi alcanzando el enorme lago; en la tranquilidad del bosque, aunque habitado por fieras que de alguna manera habían aceptado nuestra presencia y se mantenían alejados de la cabaña. Aún recordaba el día que salí a por unas frutas y me encontré un canino, no un perrito domestico, un lobo de pelaje grisáceo que olía nuestra cosecha. Sólo levantó la vista encontrándose con los ojitos llenos de lágrimas de una niña de unos diez años, pensé que iba a acabar bajo tierra, pero el lobo sólo se dio la vuelta. De vez en cuando pasaba por allí, pero nunca nos hizo nada, incluso le puse nombre: Sins.

-¡Cirene!

Sonreí dejando el cuenco sobre la enorme mesa de madera. Me di la vuelta viendo entrar a mi padre con la cosecha. Mínimo tres cestas de zanahorias, patatas y algo de trigo. Sonreí ayudando a mi ya viejo padre a llevar esas cestas a la diminuta cocina. Una esquina a cinco pasos de la entrada en dónde teníamos la mesa de madera, unos armarios, algún que otro cuenco, plato y cubierto de madera y un almacén de agua; un recipiente que llenábamos de agua y esperábamos a que la suciedad se quedara en la parte superior para limpiarla y poder beber de ella.

-Antes podías con estas cestas solo.

-La edad afecta a cualquiera, Cirene-me empujó tras dejar las cestas en la mesa, un pequeño empujón que provocó que se me cayera una patata al suelo de madera de roble.

-No me gusta que vayas descalza.

Miré mis pies desnudos, en aquella casa solía ir así por costumbre. Mi padre se rascó la oscura barba de un marrón semejante al de las castañas y la corteza mientras echaba un vistazo al primer piso. Sus ojos viajaron desde la entrada, lugar que había dejado con la puerta abierta, por el pequeño sillón con algunas pieles por encima hasta finalizar en las escaleras de mano al segundo piso en dónde ya no se podía estar ni siquiera de pie. Habíamos crecido tanto que allí sólo podíamos ir encorvados

-¿Haise?

-Fue a bañarse.

-Ve a por tu hermano, debe de haberse entretenido.

No me sorprendía que aquel granuja estuviera tardando de más para saltarse sus obligaciones.

Subí las escaleras de nuevo. El segundo piso era literalmente como una guardilla que abarcaba la mitad de lo que ocupa el primer piso, desde arriba se veía la cocina. Nada más subir estaban dos colchas de piel y plumas en donde mi hermano y yo dormíamos, justo debajo de un redondo y pequeño ventanal por el que el sol entraba por la mañana. Agarré mis botas de cuero para salir y me puse mi vestimenta de cuerpo entero marrón claro que había hecho con las pieles de la cena de hacía unos días. Al agarrar mi arco vi la cuerda casi a punto de romperse, debía cambiarla antes de salir si pretendía volver ilesa.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now