4

439 59 2
                                    

—¿Kerel?

Gracias a la dulce voz de la reina mi padre dejo de estrangularme mentalmente y se dio la vuelta para afrontar a los reyes de nuevo. Cuándo ambos se miraron sentí que era una emotiva escena. De niños eran cercanos, y al parecer esa cercanía estaba en el ambiente. Ambos sonreían nostálgicos.

—Sigues teniendo esa mirada de cervatillo Hyorael.

Mirada de cervatillo, la verdad, sí la tenía. Hyorael no parecía ser tan odiosa como esperaba y al parecer mi padre no le guardaba rencor alguno tras lo ocurrido. Tampoco era culpa de la chica no reconocer a alguien si habían pasado años desde su desaparición, tenían diez años en ese entonces.

—¿Quién eres?

No sonaba confiado, el actual rey parecía temer al hombre que había aparecido en su castillo. A pesar de ello, continuaba con aquel tono levemente arrogante. El hombre en traje caminó a paso lento, sus piernas parecían estar a punto de fallar según se acercaba. A simple vista aparentaba rondar los setenta años, ¿Qué hacía alguien de semejante edad allí? Directamente, ¿Cómo vivió tanto? Sólo había visto sabios con semejante aspecto. No pude apartar la vista de sus numerosas canas, arrugas y voz quebradiza mientras susurraba el nombre de mi padre.

—El verdadero Jeon Karel.

Escuché por detrás a mi hermano celebrar aquel espectáculo detrás de mí, yo también estaba disfrutando eso; había soñado con ver esa cara de asombro y terror en el rey. Mi padre dio un giro para ver al anciano

—Tiempo sin verte Dino—dijo abriendo los brazos.

Se abrazaron fuertemente. Recordé al instante a ese hombre, Dino fue el que cuidaba a mi padre de pequeño; un sabio que pertenecía a alguna rama real y que siempre estaba en palacio tras el revoltoso Kerel. Aquella conmovedora escena cesó en cuanto el Rey se levantó de la silla gritando que todo era una enorme mentira, que él era el verdadero Karel. Esperaba que reaccionara así, a la defensiva.

Todos nos asustamos cuando comenzó a mandar ejecutarnos a los tres. Ejecutar no era un castigo bien visto en aquel reino, le causaría problemas el simple hecho de haberlo sugerido. Mi hermano miró a los soldados que dudaban si acercarse a llevarnos a la sala de ejecuciones o no obedecer. Como había dicho, eso generaría controversia; una cosa era encarcelar o exiliar, pero ser partícipe de una muerte no era algo a lo que aspiraban los ciudadanos o soldados de aquel reino.

Todo ese drama había ocurrido por escondernos tras una roca, sin duda una pequeña acción podía cambiar tu vida por completo. Deberíamos haber salido corriendo, los soldados no se adentrarían mucho por miedo a perderse y nosotros éramos realmente ágiles y rápidos como para perderlos de vista. Pero, por alguna razón, quería saber qué ocurría si nos pillaban; toda la vida estuvimos bajo la incertidumbre y por fin habíamos visto las consecuencias: comer comida terrible en una celda milimétrica.

Ante todo ese caos de gritos del rey a los soldados, miradas dudosas, Dino tratando de hacer razonar al rey y mi padre simplemente delante de nosotros como si fuera un enorme muro, el castaño se levantó de su respectivo asiento y se acercó a nosotros con las manos en su espalda. Se veía elegante y apuesto cuando avanzaba en nuestra dirección...pero como no, llevaba esa irritante sonrisa en el rostro. Se hizo el silencio en cuanto bajó de su trono, los soldados se arrodillaron según pasaba a su lado aquel chico.

Sus ojos estaban observándome fijamente. Su padre iba a gritar algo de nuevo pero el chico lo calló levantando la mano y mirando a su padre con un rostro duro y desafiante. Prefería esa expresión a su sonrisita socarrona. Volvió a mí, estaba alterándome por completo con una mirada. No sabía qué hacer, si ponerme en posición de ataque o de defensa. Me sentía atacada, observada y desafiada.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now