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Haise estaba hablando con Jungkook sobre lo que debía hacer en nuestra ausencia. Íbamos al bosque un par de días, solo para la nevada y volveríamos. Mi hermano estaba encantado, tras la larga charla de ambos en la cual Jungkook le contó hasta los días que nos fuimos al bosque, él había conseguido querer a Jungkook como parte de la familia aunque seguía prefiriendo dudar de él en algunos aspectos. Aún no sabía del siguiente miembro de la familia en camino, pero le hacía ilusión que yo fuera tan feliz con él y eso de alguna forma me hacía feliz a mí. Ya no me sentía vacía, mi hermano estaba conmigo de nuevo y parecía que iba a quedarse.

—San es complicado—dijo Haise echándose hacia atrás en la silla—Quiere deshacerse de ti continuamente y en cuanto a mi hermana, creo que quiere que engendre a su hijo o algo.

Jungkook y yo nos miramos cómplices, llega tarde porque el hijo de Jungkook ya está ocupando espacio. San era peligroso, era un títere de su padre que manipulaba demasiado bien. Si se enteraba que mi hermano ya no estaba de su lado se buscaría a cuatro personas diferentes que no supiéramos del castillo y seguiría yendo a por nosotros.

—Ha estado hablando con tu padre para algo del trono, están tramando algo de lo cual no estoy enterado—susurró lo último mirando a la puerta que estaba siendo abierta.

San apareció por la puerta seguido de unos cuantos secretarios con hojas. Nos observó reparando especialmente en mi hermano, miré de reojo encontrándome con este temblando.

—Haise, ven un momento...

Jungkook suspiró y me agarró de la mano sacándome de allí. No me dejó decir nada, me llevó a la habitación y me dijo que agarrara lo que necesitara. Parecía alterado, demasiado. El sudor resbalaba por su frente y su mirada no se quitaba de la puerta. ¿Había hecho algo?

—¿Estás bien?

Me miró fijamente antes de suspirar y asentir con lentitud. Lo abracé y me tranquilicé al notar como él se calmaba. Su respiración se volvía regular y su corazón bajaba el ritmo.

—Vámonos, agarra lo que necesites—susurró acariciando mi rostro.

Su dedo pulgar rozaba con mi mejilla y en su rostro una cálida sonrisa; cómo amaba a ese idiota.  Anduvimos a escondidas por los pasillos, debíamos salir sin ser vistos. Pasando cerca de la sala de reuniones escuchamos a la Reina alzar la voz hacia nadie más que San. Jungkook lucía sorprendido, de hecho se quedó a escuchar unos minutos. No solo estaba reclamando su mal comportamiento hacia su hermano sino que estaba destacando los misterios con el Rey emérito que, al parecer, a la Reina no le estaban haciendo gracia.

—Apoyo su boda, de hecho me voy a encargar de organizarla. Te quiero cooperativo, ¿Entendiste?

—Jungkook—susurré tirando de su brazo.

Este me miró sonriente y asintió agarrando mi mano para tirar de la misma hacia las escaleras. La noticia de que teníamos a la Reina de nuestro lado le había gustado al nuevo Rey. Corrimos hasta la pequeña puerta de madera que nos sacaba fuera de palacio. Me sentía extraña, vería la nieve sin mi padre y estaba embarazada del Rey. Eran demasiados cambios en mi vida de un sólo golpe.

Abrimos la cabaña, suspiré y disfruté del olor del bosque; no había nada como volver a casa. Me senté en el sofá y me estiré complacida, no quería moverme de allí. Escuché como Jungkook tarareaba mientras dejaba ciertas cosas en la cocina.

—Tengo sueño—dije tumbándome en el sofá.

Jungkook se acercó y se acuclilló frente a mí. Acarició mi rostro antes de pasar a mi estómago. Notaba su mano pasar por encima de mi enorme camiseta de manga larga, justo en el estómago. En su rostro, una pequeña sonrisa aparecía.

—Aún no me lo creo...

Subió su mirada a la mía, no pude evitar sonrojarme al ver aquella expresión. No sabría explicarla, simplemente era tan sincera que se metía dentro de mí.

Su mano subió hasta mi rostro y se inclinó hasta depositar un beso en mis labios, uno realmente cálido y delicado. Sonreí mientras su cuerpo iba colocándose sobre mí en aquel estrecho sofá. Rodeé su cuello acercándolo más a mí. Sentía como se removía algo dentro de mí, una bomba de felicidad acababa de explotar en mi interior. El hecho de que estuviera allí conmigo, cómo era conmigo y nuestro futuro el cual íbamos trazando...no podía ser más feliz. Abrí los ojos cuando sus labios se separaron lentamente de mí, me perdí en sus oscuros ojos.

—Me estoy volviendo loco—susurró antes de darme un tierno beso esquimal—Me estás volviendo loco.

Se levantó del sofá y suspiró acercándose a la cocina. Miré desde el sofá como abría los cajones mientras tarareaba. Sacó la cesta y me miró agitándola.

—Iré a por bayas, habrá que cazar o ir a por alguna cosa al pueblo.

—No pienso bajar—dije completamente seria—ni loca.

—Pues iré yo.

Se acercó al sofá con una sonrisa ladina, me quería sacar de quicio.

—¿Sólo? Creo que se te olvida que no eres un simple cazador del bosque...

Me quedé muda, se echó hacia delante apoyándose en el respaldo dejándome encarcelada entre sus brazos.

—¿Entonces que soy?—preguntó rozando con su nariz mi cuello.

Sonreí, no pude evitarlo.

—Mi presa.

—Creo que es al revés—dijo divertido—Quien acabó en una celda, casada conmigo y con mi futuro hijo: eres tú.

Se separó sonriente y salió por la puerta tras dirigirme una rápida mirada de superioridad. En cuanto se fue me estiré en el sofá. Hacía frío, mucho. Estornudé al poner los pies en el suelo. Me dirigí a las escaleritas y de arriba agarré una manta enorme y ropa de invierno. Me cambié a una enorme y gorda camiseta de manga larga que me llegaba hasta las rodillas, me puse la manta encima y me tumbé en el sofá sonriendo de solo imaginarme la nieve. Estaba segurísima de que caería esa noche, siempre caía alrededor del mismo día y el día de luna llena, y ese momento era exactamente esa noche.
Mi estómago rugió y justo entró Jungkook. Él iba más abrigado, pero igualmente su nariz estaba rojiza.

—Traje unas pocas, no es época de frutos. Hace mucho frío ahí fuera—dejó la cesta frente a mí.

Me acurruqué en la manta y saqué un brazo para estirarlo y agarrar algo de la cesta. Jungkook sonrió mirando como no alcanzaba la cesta, me la acercó aún más negando con la cabeza.

—Hay que ir también a por leña—dije agarrando una mora—En la noche hace mucho frío.

—Iré a por eso también.

—Puedo ir contigo, estoy embarazada, no inválida—dije levantándome con la manta puesta aún.

Jungkook me empujó de nuevo al sofá.

—Va enserio—dije levantándome dejando la manta.

—Esa ropa...

Me miré algo confusa. Era de lana, parecía una oveja de lo grueso que era. Jungkook sonrió antes de abrazarme hundiendo su cabeza en mi cuello.

—¿Tienes más de estos? Son realmente calentitos—besó mi frente—Te ves adorable.

—Sí que estás cariñoso...

Rió desviando la vista. Señalé arriba, mi hermano tenía uno gris un poco más grande que el mío. Jungkook se me presentó con eso puesto, no pude evitar echarme encima de él para abrazarlo. Me agarró de los muslos y me llevó hasta la entrada.

—A por leña y a por comida—susurró bajándome.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now