Capítulo 20

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Brithany.

Soy una acosadora.

Tengo ese defecto tan horrible que es difícil dejar. Claro que era una acosadora, pero no de esas que dan miedo, no de las que meterían a la cárcel, aunque muy fácil podría estar ahí, pero siento sincera es imposible no estar aquí viéndolo una vez.

Soy tan débil.

Trate de ser algo persistente al decir que no quiero buscar a Liam porque eso es humillante, pero estoy volviendo a hacerlo una vez más.

Su cabello rubio que contrasta con su piel blanca, su mirada azulada que se miraba tan brillante y divertida, sus pestañas subían y bajaban cada que parpadeaba y juro que amo cuando relame sus labios, y la vestimenta de hoy era muy diferente a la de otros días. Una sudadera negra que, en conjunto con su ropa también oscura, daba la sensación de que era un chico peligroso.

Él estaba ahí, sentado con su grupo de amigos en el centro de todos.

Quería saber porque sigue siendo tan distante conmigo si dice que no se quiere alejar, cuando estoy cerca él me evade a toda costa, es como si quisiera desaparecer en ese instante. Pero luego, empieza a dejar sus mensajes y es todo lo contrario, insiste, divertido y muy engreído.

Tengo que aceptar que sigo sin contestarle ningún mensaje, quería ver hasta donde llegaría su insistencia y tal parece que es perseverante, porque él sigue escribiéndome a pesar de que no le contestos sus mensajes.

—¿Qué dices al respecto? —levante mi mirada a Gissell.

—Estoy de acuerdo contigo.

—Yo también, pero mi hermano dice que Damián y yo terminaremos muy pronto.

—Bueno... Espérate, ¿Qué dijiste? —pregunte, alejando todos mis pensamientos de Liam y centrarme en mi mejor amiga.

—Lo que te dije, mi hermano mayor y celoso dice que Damián no es el chico que quería para mí.

—¿Cuál es el chico que quiere para ti?

—Algún chico con lentes, barros y que viste de cuadros, yo que sé, algún doctor feo.

—Damián puede ser un doctor.

—Es lo que le dije, sería un excelente doctor ¿No lo crees? —Gissell miro a Damián con ojos de amor, pareciera que pajaritos y corazones se instalan alrededor de su cabeza.

Le di un sorbo a mi refresco y me fijé en todos aquí. Somos muy poco de estar en el comedor del instituto, somos más de ir a comer al aire libre bajo un árbol viejo que está cerca de las canchas, pero en esta ocasión decimos venir aquí.

A mí en lo personal no me agrada la manera en la que los olores de las comidas se revuelven, es algo que no me gusta, por eso estar en receso en el comedor es algo que evito, aparte que nos sentamos en las últimas mesas junto al basurero, somos algo invisibles aquí, y no es algo que nos molestan es increíble no ser el centro de atención.

Seguí la mirada de Gissell, ella seguía viendo a Damián, su sonrisa tan elegante y bonita estaba ahí. Bueno, ya no, su sonrisa se esfumo cuando un grupo de cinco porritas se sentaron junto a los chicos.

—Niñas raras a la vista —dijo Gissell, molesta —. El mínimo movimiento de esa rubia y le tiro este pedazo de pizza.

Ventajas de estar en las ultimas mesas del comedor es que estamos en la mejor posición para observar todo.

Las cinco porritas desfilaban con sus trajes brillantes de color negro con dorado, sus cabellos que estaban muy cuidados y sedosos. Son tan presumidas que es como si fueran las reinas de este lugar. Sonreían y hablaban con los chicos como si nada, y tocaban sus brazos muy dramáticas cuando reían.

Mi bello tormento [completa] Where stories live. Discover now