Capítulo 19

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Exactamente a las diez en punto, el restaurante estaba completamente vacío. Era hora de cerrar. Eso significaba que el plan seguir-a-Alan comenzaba ahora.

Hace media hora, le había enviado un mensaje a Valeria diciendo que llegaría un poco tarde, tuve que decirle lo que tenía pesado hacer y ella se negó a quedarse de brazos cruzados, así que en este momento Val esperaba pacientemente en su auto afuera.

Mei había tenido que decirle a su madre que iríamos a comer una pizza a casa de Jared y solo así su madre aceptó. Habíamos usado la misma escusa con la madre de Val. Por supuesto, ninguna madre estaría de acuerdo en seguir a un chico tan tarde en la noche.

Cuando salimos a la calle, el viento frío golpeó mi rostro. La noche estaba parcialmente nublada, la luna se asomaba por una de las nubes dándonos una tenue luz blanquecina. Valeria salió del auto para encontrarse con nosotros, ella se veía totalmente emocionada de jugar a los espías.

—¡Esto será súper emocionante! —Chilló como una niña pequeña —¿Cuál es la dirección?

Jared negó con la cabeza.

—No iremos en tu auto.

—¿Qué? ¿Por qué? —dijo ofendida.

—Alan conoce tu auto, podría reconocernos —respondí.

—De acuerdo —dijo ella aún ofendida —. Entonces ¿en dónde?

—En mi auto —contestó Mei empezando a caminar hacia un Audi negro estacionado a unos metros.

Jared y Valeria se subieron atrás, y yo ocupé el lugar al lado de Mei.

—No puedo creer que todos tengan auto excepto yo —murmuré. Valeria rió detrás de mí.

Mei condujo por varios minutos hasta que las luces de los faroles en las calles empezaron a disminuir. Habíamos entrado a un barrio oscuro y que expresaba todo, menos seguridad.

—Estoy empezando a creer que esto no es tan buena idea —habló Jared. Los cuatro mirábamos por las ventanas hacia afuera. Habían casas en muy mal estado, con pedazos de tela o madera en lugar de puertas y ventanas, algunas otras estaban abandonadas y llenas de la más profunda oscuridad. Había vagabundos durmiendo en el suelo, arropándose con retazos sucios de lo que alguna vez fue una manta.

—¿Es el lugar correcto? —dije en un susurro, como si un ruido fuerte pudiera despertar a alguna bestia dormida en las sombras. No me podía imaginar a Alan en un lugar como este, tan sucio, peligroso y olvidado. Imaginarme a Alan llegando en uno de sus elegantes y caros autos a este lugar era casi cómico.

—Es el lugar que dijeron —respondió Mei.

En una esquina había un grupo de pandilleros reunidos frente a una fogata, cuando pasamos junto a ellos, se detuvieron y siguieron nuestro auto con la mirada, me hundí más en mi asiento hasta que los pasamos.

Mei se detuvo en una esquina bajo un gran árbol, lo que nos daba la ventaja de pasar desapercibidos bajo su sombra.

—Es ahí —Ella señalo hacia adelante. A varios metros de nosotros se levantaba un gran edificio abandonado que, según el nombre, solía ser un hotel. Miré mi reloj de muñeca, marcaba las diez y media.

—El sujeto llegará en cualquier momento —dijo Val adentrándose en su personaje como "espía".

—Liz, en serio creo que esto es mala idea.

—¡Oh! ¡Por favor, Jared! No seas aguafiestas —se quejó Valeria.

—¿Aguafiestas? —contestó él ofendido —¿Has visto este lugar? Si Dankworth tiene que hacer algo aquí, no ha de ser nada bueno.

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