Capítulo 35

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—Mamá —dije sin saber muy bien cómo sentirme —. No sabía que volvías hoy.

Ella no se veía feliz. Tenía una expresión seria, parecía luchar por parecer tranquila. Jason, a su lado, parecía una estatua, sin ninguna expresión en particular. Una sensación extraña en mi estómago empezó a invadirme.

—Elizabeth —Jason habló —creo que es hora de que hables con tu madre.

Fruncí el ceño y cambié mi mirada de él a mi madre.

—¿Pasó algo malo? —dije empezando a caminar lentamente hacia ambos, atenta a cualquier movimiento extraño —Mamá...

—Lamento no haber avisado que volvería hoy —habló ella al fin, sus facciones se ablandaron ligeramente. Un poco más segura, me acerqué más.

—Entonces, tu trabajo en Oxford terminó... —supuse —¿Volvemos a casa? —dije queriendo alejarme lo más pronto posible de Jason. Pensaba contarle todo a mamá, iba a decirle sobre el asesino, los atentados y mis sospechas sobre el hombre a su lado.

—Así es —ella se levantó —. De hecho, de eso quería hablar contigo, volveremos a casa.

—De acuerdo... sí —dije un poco desconcertada por la seriedad en su voz y sus palabras —. Supongo que nuestro piso en el edificio sigue vacío, así que...

—No, creo que no me expresé bien —me interrumpió —. Me refiero a que volveremos a casa, nuestra verdadera casa. Liz, empaca tus cosas, volveremos a Italia.

Di un paso hacia atrás, como si hubiera recibido un golpe. Por los primeros segundos, me quedé sin palabras. ¿Volver a Italia? No podía hablar en serio.

—¿Volver? ¿Por qué?

—Bárbara, no creo que sea la mejor manera de decirselo...

Mi mente empezó a dar vueltas y empecé a considerar si esto en realidad era una pesadilla.

—¿Bárbara? —escupí antes de percatarme de mis palabras —¿Cómo es que ustedes se conocen?

Ellos intercambiaron una mirada que no pude entender.

—¿Qué sucede aquí? —exigí saber.

—Elizabeth, escucha a tu madre —dijo Jason. Sentí una mezcla de confusión y cólera —. No estás a salvo aquí.

—¿Qué? —dije, mi voz perdiendo fuerza. Por supuesto que no estoy a salvo contigo siguiéndome a todos lados, quise decir, pero no lo hice. Me limité a mirar sus fríos ojos grises. ¿A qué estaba jugando? ¿Intentaba distraerme? ¿Hacerme pensar que estaba de mi lado?

—El oficial tiene razón, Liz.

—¿Oficial? —mis piernas casi fallaron. Con cada palabra que escuchaba, mi cabeza parecía dar vueltas y sentí que en cualquier momento explotaría —¿De qué hablas? No entiendo nada.

—¡Liz! —la cantarina voz de Val retumbó en la casa, cortando en aire tenso, ella parecía estar bajando las escaleras —. Por favor dime que me acompañarás a un lugar...

Se detuvo bruscamente cuando estuvo a mi lado. Miró a Jason y a mi madre, y su expresión fue igual que la mía.

—¿Pasó algo? —susurró solo para que yo la escuchara.

—No —dije recuperándome —. Vamos, voy a acompañarte a donde quieras —la tomé del brazo y empecé a hacer mi camino hacia la salida. Sentí que si no tomaba un poco de aire fresco, me ahogaría.

—Liz, espera ¡No salgas ahora! —habló mi madre detrás de mí. Me detuve pero no la miré.

—¿A dónde irán? —preguntó Jason.

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