Capítulo 25

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Mi voz se quedó estancada en mi garganta. El hombre, el padre de Alan, me miraba directamente, sus ojos azules eran algunos tonos más claros que los de Alan, tan parecidos y a la vez tan diferentes.

Su rostro parecía joven, surcado por leves arrugas alrededor de sus ojos, aún así era tan atractivo como su hijo, pero de una manera diferente. Alan era atractivo de un modo divertido y rebelde, su padre era atractivo de un modo frío y calculador, como una serpiente cascabel dormida.

Por alguna razón, recordé lo que había dicho Alan un día, este hombre frente a mí había abandonado a una pequeña niña enferma a su suerte. "No le interesa, y se niega a invertir un solo centavo en ella" Ellie, la pequeña hermanita de Alan tenía leucemia, y a este hombre frente a mi no le importaba. Me sentí inevitablemente enfadada. Lo odiaba.

—¿No vas a responder? —espetó, parecía que perdería la paciencia conmigo en cualquier momento si no lograba salir de mi estupor. Me aclaré la garganta.

—y-yo... —La puerta se abrió de repente.

Al entrar, la expresión de Alan cambió de confusión a enfado en un segundo al cruzar la mirada con su padre.

—¿Qué haces aquí? —el filo en la voz de Alan era notorio desde millas de distancia.

—Tenemos un asunto del que debemos hablar —la voz del hombre era neutro, como si no sintiera (o ignorara) todo tipo de emoción —y lo sabes, Alan.

—No estoy de humor —fue lo que respondió antes de empezar a caminar en mi dirección. Intenté no mostrarme tan sorprendida como me sentía. Si yo le hablara así a mi madre, ya me habría ganado unos buenos dos meses de castigo. Alan se detuvo unos pasos delante de mí y volvió la vista hacia su padre, quien no parecía inmutarse por las palabras de su hijo, movió su mano hacia la puerta y volvió a hablar —Así que, si no te importa...

—Sí me importa —su voz grave golpeó con cada mueble, cada objeto y cada pared en la habitación. Sus ojos se movieron en mi dirección y luego hacia Alan de nuevo —pero entiendo que no quieras hablar de tu situación en este momento y frente a esta chica.

Noté tensarse a Alan frente a mí.

—Tienes razón, no quiero hablar de eso ahora.

El hombre asintió y tomó el picaporte de la puerta antes de hablar de nuevo.

—Solo recuerda que no voy a estar esperándote siempre —dijo, y, con el suave golpe de la puerta al cerrarse, salió.

Un respiro despues, Alan parecía más relajado, pero aún estaba de espaldas.

—No se parecen —dije de repente, mi voz retumbando y casi asustándome a mí misma, finalmente él volteó, mirándome medio confundido —Tú y tu padre, no se parecen —expliqué.

Alan rió sin emoción —Eres la primera que lo cree —caminó hacia el gran sillón que ocupaba la sala y se sentó pesadamente —. Desde que era pequeño, todo el mundo se sorprendía por lo mucho que nos parecíamos —me senté a su lado —. En ese entonces, él era como un héroe para mí... ahora, detesto lo mucho que nos parecemos. Me hace sentir que...

—Tú no eres igual a él —dije antes de que terminara la frase. "Me hace sentir que somos iguales" —tú eres mejor.

Él no estaba mirándome, mantenía su mirada fija hacia adelante.

—No, no lo soy —dijo en voz baja.

—Lo eres —lo animé —lo sé.

Alan le sonrió al LCD frente a él.

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