Capítulo 30

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El silencio era mucho más desesperante que el ruido.

Estaba sentada en la sala de espera del hospital. El mismo hospital donde había estado la madre de Valeria hace un tiempo, pero ahora era mi mejor amiga la que estaba herida aquí.

Luego de la explosión, llegó la ambulancia y la policía. No recuerdo demasiado. Mi mente estaba en blanco, en shock.

Mis heridas eran superficiales, solo rasguños y golpes, así que estuve libre en poco tiempo. Mi labio estaba partido, tenía un largo corte en mi frente (el cual habían vendado cuidadosamente) y moretones en mis brazos y rodillas. Mi cuerpo entero dolía. Pero al parecer Valeria había recibido la peor parte, ella estaba detrás de mí, más cerca de la explosión.

Había estado en el mismo lugar por, al menos, treinta minutos (que parecieron treinta horas) esperando. Mi oído se había aclarado al fin, aunque sospechaba que algo se había roto dentro de mí, los sonidos se escuchaban más apagados, aún así lograban exaltarme.

Me sentía hipersensible a cualquier honda de sonido cerca de mí. Los silenciosos pasos de las enfermeras era suficiente para hacerme saltar en mi lugar. Los bips de los cardiógrafos e incluso el sonido de las teclas de computadoras cuando eran presionadas, parecían hacer eco en las paredes y encontrar su camino hacia mis tímpanos dañados.

Miré mis manos y me sorprendí al verlas moverse, estaban retorciendo el dobladillo de mi camiseta. Aquel movimiento era inconsciente, debía mantenerme en movimiento o caería en un ataque de nervios.

Cuando levanté la vista nuevamente, vi a la madre de Val caminando rápido hacia donde yo estaba. El personal del hospital la había llamado hace algunos minutos, pues yo no lograba pronunciar ni una palabra. No estaba segura de cómo se escuchará mi voz ¿Sonaría rota? ¿Ronca y aleja a mis oídos? O ¿Sonaría igual que siempre? Como si nada hubiese pasado.

Ella intentaba ocultarlo, pero incluso desde mi lugar podía ver lo preocupada que estaba. Usualmente el rostro de la madre de Valeria estaba siempre iluminado y sonriendo, ahora parecía sombrío y más viejo, como si los años hubieran caído de golpe sobre sus facciones.

Luego me di cuenta de la persona detrás de ella, siguiéndola sigilosamente como una sombra, Jason.

Sentí un tirón en mi espalda cuando me erguí un poco más, tratando de ignorar la mirada de Jason y centrándome en sus pisadas.

Me levanté cuando la Sra. Jones estuvo frente a mí. Ella tiró de mí y me apretó entre sus brazos, me sorprendí al principio, sin saber muy bien qué hacer con mis brazos colgando inútilmente a cada lado de mí. Cuando reaccioné, respondí rápidamente a su abrazo.

Mis ojos amenazaron con arder. Me di cuenta, entonces, lo mucho que extrañaba un abrazo maternal.

—¿Qué sucedió? —susurró cuando se apartó.

Mi garganta estaba seca. Me humedecí los labios y empecé a hablar, estaba consciente de la presencia de Jason, así que elegí cuidadosamente mis palabras. Le dije que Val estaba buscando un vestido en aquella boutique. No le dije sobre la llamada de Alan advirtiéndonos. Le dije que, cuando ella no encontró lo que buscaba, salimos y entonces pasó, el local explotó detrás de nosotras, y Val había quedado inconsciente desde entonces.

—Dios mío —dijo en voz baja. No había mucho más que decir, sabía que estaba intentando analizar toda esa información.

—¿Segura que eso fue todo lo que pasó? —dijo Jason. Lo miré.

—No miento.

—No, estoy seguro que no —algo en su voz me dijo que mentía. Él sabía que estaba mintiendo. Miré hacia otro lado, sintiendo que podría ver la verdad en mis ojos si seguía sosteniendo la mirada —pero, por el shock, tu mente podría estar reprimiendo algo, intenta recordar.

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