Capítulo 6

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Mamá tenía la misma expresión que tuvo cuando yo tenía siete años y, accidentalmente, había arrojado su celular al inodoro. Miraba de Alan a mí, su mirada era dura y firme, casi enojada. No, me corrijo, ella estaba enojada. Alan estaba en el otro extremo del sofá, justo en el momento en que escuché a mamá lo empujé tan lejos como pude. Él estaba aparentemente tranquilo a pesar de la mirada que mamá le tiraba.

—Elizabeth —habló mi madre después de un rato. Había usado mi nombre, mierda —¿no vas a presentarme a tu amigo? —su voz parecía tranquila, pero yo la conocía lo suficiente como para saber que estaba ocultando su molestia. Abrí la boca para contestar pero, antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo, Alan se había levantado y caminaba despreocupadamente hacia ella, extendió su mano y habló.

—Alan Dankworth —dijo él, mamá le estrechó mano pero aún mantenía su expresión desconfiada.

—Bárbara Greco —dijo ella.

—Es un compañero de la escuela —me apresuré a aclarar antes de que ella asumiera algo erróneo, rápidamente me acerqué a Alan y tomé su brazo —pero ya se va —lo jalé hacia la salida.

—En realidad —dijo él deteniéndose y apoyándose de espaldas sobre la puerta —no tengo prisa —sonrió y supe que lo hacía para molestarme —y estábamos teniendo una conversación bastante interesante hace un momento.

—No, claro que no.

—¿Sobre qué? —escuché la voz de mamá detrás de mí.

—Sobre nada —respondí y, prácticamente, le rogué con los ojos a Alan.

—Tarea —nos excusó él —pero supongo que podemos hablarlo después —me lanzó una mirada cómplice y guiñó el ojo —. Gusto en conocerla Sra. Greco —utilizó su tono de voz encantador para decir eso último, ella asintió y él salió.

Durante el minuto que siguió, yo aún estuve de espaldas a mi madre, pensando todas las formas posibles para desaparecer en este preciso momento.

Sonreí inocentemente y di media vuelta esperando el gran discurso sobre los riesgos de estar en casa con un chico que acabo de conocer, los discursos de mamá eran increíblemente exagerados y solían involucrar asesinos en serie, violadores, pedófilos, etcétera, etcétera, etcétera. Ella me miraba seria y con los brazos cruzados.

—Entonces... —empecé como si nada hubiera pasado —estaré en mi cuarto —voltee y empecé a caminar rápido hasta mi habitación.

—¡Alto ahí, señorita! —su voz me detuvo, voltee nuevamente hacia ella —¿podrías explicarme qué acaba de pasar?

—Nada —dije y no era mentira, nada había pasado, gracias a Dios —ya te lo dije, él es un compañero y hablábamos sobre tarea, nada más —sonreí, esa mentira había salido sin mucho esfuerzo, pero ella aún no parecía convencida.

—¿Un compañero? —Dijo ella y yo asentí —él parece mayor que tú.

No respondí inmediatamente. No lo había notado, pero era cierto, él tal vez era uno o dos años mayor que yo. Y considerando que tiene tatuajes... muchos tatuajes... en ambos brazos. ¿Mamá habrá visto eso?

—Los vi —ella habló sacándome de mis pensamientos. Mierda.

—Estaba pensando en alto de nuevo, ¿cierto? —dije sabiendo la respuesta. Ella asintió.

—Hija, me alegra que estés haciendo nuevos amigos, pero ¿un chico como él? —señaló la puerta por donde Alan se había ido hace unos minutos —. Un chico como él solo va a traerte problemas...

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