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Jungkook era de piel.

A un nivel extremo.

Y le encantaba, Dios, cómo le gustaba eso.

Taehyung siempre ha sido consciente del cariño físico de los lobos, seres acostumbrados a existir en manadas, afectuosos por naturaleza porque el contacto con los suyos es lo que los mantiene vivos.

Lo ha sabido desde hace meses.

Sin embargo, Jungkook... Jungkook era otra cosa.

El chico ha sido demasiado de piel con él, más de lo normal, y Taehyung no puede evitar preguntarse si la causa detrás corresponde al lazo, o quizá porque su relación ya pasó a otro tipo de nivel, dejando atrás esa incertidumbre y ese futuro incierto que alguna vez sintió con él, cuando tuvo la revelación de sus sentimientos como un golpe estampándose en su cara, el cual le causó tanto terror que no hizo otra cosa que entrar en negación aun cuando sabía desde hace mucho antes que dar marcha atrás a lo que sentía estaba fuera de elección para él.

Ahora no había futuros inciertos, no había negaciones porque Jungkook es la persona con la que se siente seguro, su lugar seguro, y se siente como si fuese el favorito de Dios o cualquier ser divino porque la vida fue capaz de sonreírle así y regalarle un para siempre con el chico que tiene a su lado.

Y Jungkook era tan extremadamente de piel con él que Taehyung siente como si ese tipo de cariño fuese algo que en realidad necesitó toda su vida.

El menor había sido así antes, pero no a esta magnitud y se sintió casi honrado por poder disfrutar esa nueva faceta de él mientras los días pasaban y ellos no se dedicaban a ninguna otra cosa más que dormir, dormir y dormir.

Después de haber soportado el primer día sin mover casi ningún músculo, ellos se habían aseado y cambiado a ropas nuevas, todas auspiciadas por el armario de Jungkook, por cierto, sólo con la intención de volver a caer rendidos en la cama como si estuviesen sufriendo un largo letargo de recuperación.

Taehyung lo atribuía al hecho de haber formado el vínculo, y de las grandes cantidades de dosis que recibieron cuando fueron atacados ahí abajo. Ambos se sentían igual de cansados, como si la energía estuviese exprimiéndose fuera de su cuerpo y necesitaran bastante tiempo para lograr normalizarla.

Lo hacían a través de largas horas de siestas.

Jungkook siempre era el que caía primero, parpadeando con pesadez y buscando un lugar cerca del vampiro ahí en su cama. Sus respiraciones se volvían irregulares y al cabo de unos cuantos minutos, sintiendo las caricias que Taehyung le dejaba, entraba en un estado profundo de sueño.

Taehyung duraba más tiempo, terminando por presenciar la forma en como Jungkook le buscaba con los brazos, le buscaba con la nariz cuando intentaba olfatear su aroma igual al suyo, cuando se trepaba dormido sobre él para encogerse en su pecho, donde parecía querer volverse chiquito mientras las manos de Taehyung recorrían su cuerpo, su boca besando suavemente su cabello.

Algunas veces, Jungkook dormido pasaba los brazos alrededor de su cintura y le apretaba con una fuerza que le hacía soltar un quejido porque, joder, cachorrito y sus músculos eran una broma para el mundo.

Palabras de Taehyung.

De todas formas, nunca lo apartaba. El vampiro se dejaba y estaba seguro que se dejaría incluso si el menor le pegaba una patada o le hundía el codo en el estómago mientras se revolvía en sus brazos.

GRANATUM #2; taekookWhere stories live. Discover now