CAPÍTULO 9

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—¡Eh, Nikki!

Todo va mal. Todo va mal. Todo va mal. Todo va mal.

—Nicole —corrijo irritada girándome hacia Liam.

Tengo que admitir que no esperaba que me siguiese, y no sé el sentimiento que eso me genera. ¿Soy muy ilusa por esperar una disculpa de su parte?

—Eso...

Se queda callado y se lleva una mano al codo del brazo contrario. Me rasco el cuello nerviosa y enfadada y él me mira. Ahora mismo me recuerda a un niño pequeño descubriendo algo por primera vez. Mi enfado disminuye un poco, tan sólo los dos segundos que duran esa expresión en él.

—¿Qué te pasa en el cuello? —me pregunta, y por primera vez su voz no es de burla.

Me atuso el pelo tratando de cubrir las ronchas, aunque también me están saliendo en las manos. No debería de contárselo. Debería de soltarle alguna fresca, como todas las que él dice, e ignorarlo, y en lugar de eso algo me hace responderle.

—Me salen ronchas por todo el cuerpo cuando me altero más de la cuenta —le explico, y sus ojos verdes me miran con una inteligencia que no esperaba encontrar en un chico como él.

No sé qué le está pasando por la cabeza. Al menos, no hasta que vuelve a hablar con la mayor seriedad del mundo.

—Vas a acabar llena de ronchas por todo el cuerpo si sigues en mi habitación.

La forma en la que lo dice hace que aguante una carcajada. Me enfado conmigo misma, sobre todo porque no puedo estar riéndome de algo que diga alguien como él. Estoy a punto de darle la razón cuando me sonríe levemente. Me lo quedo mirando. Liam no ha podido sonreírme así, sin burlarse de mí.

De alguna forma, ambos parecemos calmarnos. Por una fracción de segundo, incluso he visto un deje de tristeza en él. Tiene que ser cosa mía. Liam se queda mirándome fijamente unos segundos. Por un instante me pregunto si está mirando el color de mis ojos. Está atardeciendo y la luz nos da de lleno. A mi abuelo le encanta el color celeste que adquieren cuando el sol se refleja directamente en mi cara. Mi abuelo Henry no soportaría a Liam. Es esa clase de chico de las que todas deberíamos de correr en dirección contraria.

Liam respira hondo a mi lado y se pasa una mano por la cabeza. Su pelo está algo despeinado, pero me doy cuenta de que le brilla incluso más que a mí. No sé dónde ubicarlo y no sé si se está quedando conmigo o está tratando de ser amable. Y eso hace que me quede aún más patidifusa cuando vuelvo a rascarme el cuello y él aguanta mi mano y se acerca lentamente a mí. Dejo de respirar cuando noto que está soplándome el cuello para que no me rasque y percibo una corriente eléctrica recorrerme de pies a cabeza. Incluso mi cuerpo parece calentarse. ¿Qué acaba de pasarme?

-No te toques o te picará más. -Su voz suena preocupada.

Estoy tan impactada que ni me muevo. No soy capaz. Al cabo de unos segundos deja de soplar y me mira tan fijamente que tengo que desviar la mirada, abrazarme a mí misma y tratar por todos los medios de cambiar de tema para que no vea lo nerviosa que me ha puesto.

—Mañana a primera hora iré a pedir otra habitación libre.

Gracias a Dios mi voz suena mejor de lo que me siento. Él se deja caer en el árbol, y un rayo de sol se refleja en su rostro creando un entramado de sombras al mezclarse con la silueta de las hojas. Me quedo mirando la zona iluminada de su cara demasiado tiempo.

—Esta vez asegúrate de tener una chica de compañera.

Pongo los ojos en blanco. Estoy segura de que eso será lo primero que preguntaré.

ABEJA REINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora