CAPÍTULO 56

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El señor Barnett está sentado y pensando en silencio, aunque la estancia está llena de alaridos. De no ser porque se encuentra en una granja a las afueras de un pueblo en el que nadie hace preguntas, ya lo habrían descubierto. La enfermera vuelve a poner la cinta adhesiva en la boca de uno de los sujetos, quien se queja de dolor con los ojos llenos de lágrimas.

-Esto es por el bien de la humanidad. -La voz del señor Barnett se mezcla con los alaridos de los demás, que se escuchan incluso con sus bocas tapadas.

-Por supuesto que sí. No habría aceptado esto de no ser porque pienso exactamente lo mismo.

La voz de la enfermera le responde mientras se acerca al último sujeto. Al mismo al que el señor Barnett ha torturado durante horas, para introducirle de nuevo una aguja en el brazo. El hombre, maniatado en una silla, se queja y pide clemencia, pero nada salvo el silencio y los alaridos de las otras tres personas allí presentes responden a sus súplicas.

-Estoy seguro de que ya no vas a poder volver a decir nada.

El hombre aprieta los ojos al escuchar al señor Barnett, el mismo que lo ha traído hasta aquí en un maletero. Las pulsaciones cada vez son más rápidas en su pecho, tanto que las siente en los oídos. Desesperado, farfulla algo que nadie es capaz de entender. En un acto de piedad, el señor Barnett se acerca a él y le quita la cinta de la boca.

-Por favor, mi hija...

La carcajada que suelta el hombre helaría la sangre de cualquiera.

-Tu hija, ¿a la que no ves desde hace años? ¿la que cree que estás muerto? A ella solo voy a hacerle un favor, pero créeme, yo no soy de los que dejan cabos sueltos. Ella va a correr tu mismo destino. Esta misma noche. Deberías de estarme agradecido por hacer que os reencontréis. Nos vendrá bien tener un sujeto joven.

El señor Barnett saca su teléfono móvil y comienza a teclear, indiferente a todo lo demás. El grito de rabia que sale de la garganta del hombre hace que la enfermera se apresure a volver a ponerle la cinta con los vellos de punta. Mientras lo hace, un insulto sale de la boca del hombre que de puro terror no es capaz de reprimir las ganas de hacer sus necesidades.

Os sigo subiendo. Abrazos!!!!

Ig: sarahmeywriter

Twitter: sarahmeywriter

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